La idea de la muerte es uno de los temas que muchas personas no aceptamos ni aun cuando la naturaleza nos la traiga presente a cada rato.
La muerte de Fidel Castro, un anciano cuyo final muchos esperaron con ansiedad y para otros era algo que no llegaría jamás. Tanto que muchos hablan de otro comandante eterno en un firmamento que los no creyentes solo reservan para sus elegidos.
Cuando la muerte es colectiva, como en un accidente aéreo, un cataclismo ,como el terremoto que recién tuvimos en Manabí y Esmeraldas , la impresión es mayor y sus imágenes quedan en el corazón y hacen crecer la solidaridad y la conmiseración.
Los accidentes aéreos son cosa común e impactan de veras, aun cuando se sepa con claridad que más personas mueren cada año en las carreteras, y que hay miles y miles de aviones surcando los aires cada día, su conmoción e impacto es diferente.
La tragedia en un cerro cercano a Medellín con el avión boliviano que llevaba a un equipo de fútbol a disputar su primera final de la copa Sudamericana ha tenido el impacto y repercusión jamás alcanzado por un accidente de estas características.
Las condiciones del tramo final del vuelo, la voz del diálogo del piloto y la torre de control. La velocidad imparable de las redes sociales, hicieron que el luto se multiplicara por doquier. Las figuras del Real Madrid y el Barcelona guardando un minuto de silencio, el obelisco de Buenos Aires con el verde del equipo Chapecoense y las ofertas de varias estrellas para jugar en los próximos torneos del equipo de Brasil son un gesto de esperanza, tanta como los miles de colombianos que llenaron las gradas del estadio Atanasio Girardot, ya no para hinchar por su equipo sino para rendir un homenaje acongojante e inolvidable.
La prensa recuerda las tragedias que involucraron a equipos de fútbol, como Torino, de Italia, en los años 40; la de Manchester United, en 1958, donde, por ejemplo el próximo campeón del mundo con la selección de Inglaterra, Bobbie Charlton fue uno de los sobrevivientes. La de Alianza Lima, el equipo más popular del Perú, y aquella de la selección de Zambia. Todas con testimonios humanos desgarradores. Todos con historias de casualidades y extrañas coincidencias que nunca se terminarán de despejar.
De todos los accidentes de equipos deportivos que hoy se recuerdan hay uno especialmente doloroso. Aquel que sufrió un equipo de Rugbby uruguayo llamado Old Christians en la cordillera de Los Andes. Ellos viajaban rumbo a Santiago para un encuentro deportivo que nunca tuvo lugar.
Se trataba de un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya. 40 muertos y 16 sobrevivientes.
De la tragedia de los sobrevivientes, del trauma y la verdad de lo ocurrido se han regado ríos de tinta, películas y documentales duros, estremecedores. Los testimonios, aun con el paso del tiempo, son conmovedores y la historia humana tan potente como cruel es parte de la lucha por la vida misma. Hoy nos vuelve a la memoria.