Voz de la conciencia

Pedro Restrepo, Luz Helena Arismendi, y ahora su hija, Fernanda, se han convertido en la voz de la conciencia de un país. Con mi corazón en Yambo, con nuestro corazón en Yambo, ha desnudado todas las impudicias, e inmundicias, del poder.

La rabia, impotencia, frustración, indignación, agonía, que produce el documental, en algo se alivian con los sentimientos de admiración y solidaridad frente a la valentía, tenacidad y estoicismo de esa familia: luchadora incansable, que no se dejó vencer ni por amenazas ni por la mentira ni por el odio ni por el hastío. Los Restrepo nos devuelven la fe en que hay luchas que son para toda la vida. Y que valen la pena.

Parece que el poder necesita de esa gente de las cloacas, de las alcantarillas, de aquellos que hacen el trabajo sucio, para sostenerse. Donde Fernanda Restrepo ha puesto el dedo y ha hurgado un poco, han salido pus y miseria humana: en la policía, en la justicia, en la política y en las leyes, en los poderosos, sean ministros, sean presidentes y también, en los ciudadanos, que aún hoy, 20 años después, muestran la indiferencia, la intolerancia o el repudio vestido de discurso nacionalista.

En el pecado está la penitencia… ningún gobernante debiera olvidar eso, nunca. Ni antes ni hoy ni mañana. Seguro no pueden dormir en paz por mucho que sonrían, perseguidos por los fantasmas de la culpa. Como no pudo dormir en paz el angustiado personaje de Crimen y Castigo. ¡Cómo dormir en paz con gente desaparecida, torturada, violentada en su dignidad!, ¡con inocentes metidos al calabozo, con personas golpeadas, maltratadas, encarceladas, amenazadas, perseguidas, silenciadas, en un “Sic 10” que cambió de nombre pero no todavía de métodos!

Que no perdamos la memoria en honor a estos dos niños desaparecidos. Que no perdamos la memoria de los casos Restrepo y Benavides, Fybeca y Terranova, Dayuma, caso Custodia de Riobamba, cada uno en su contexto y con su particularidad. Que no seamos indiferentes a las cifras de ejecuciones extrajudiciales -37 según Cedhu en dos años- recogidas por la Relatoría de Derechos Humanos de la OEA, que muestra las vergüenzas de un sistema perverso y de un aparato represivo que aún no ha sido desmantelado, que ha estado al servicio del poder y que incluye detenciones arbitrarias, desapariciones forzosas y ejecuciones extrajudiciales.

Los Restrepo muestran algunos caminos en este largo andar de los derechos, las causas justas y la libertad: exigir la verdad, reclamar las injusticias, protestar, denunciar, resistir. Son la voz de la conciencia del país. Su lucha es una lección de ética, dignidad y paciencia. Su batalla no termina. Es, como dice Pedro Restrepo, de toda la vida.

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