El alto número de candidatos presidenciales –por lo menos doce constarán en la papeleta – trae consigo el riesgo de que, por las dispersión del voto, en la segunda vuelta una mayoría deba escoger entre dos opciones no queridas. Y, en el caso de la papeleta para asambleístas, se multiplicará la dificultad de discernir el sufragio con un mínimo conocimiento de los candidatos y de lo que ellos representan.
El ecuatoriano es más inclinado a asumir posiciones “en contra” antes que “a favor de…” Pero ahora esa característica cultural se refuerza por el desprestigio de los políticos y los partidos.
La frustración y el escepticismo campean en el país. La corrupción ha minado las instituciones democráticas. ¿Qué credibilidad puede sostener una Asamblea en la cual alrededor de sesenta legisladores se hallan investigados por la justicia? Además, acrecienta al desencanto la ceguera de ciertos grupos que, a pesar de las evidencias amargas de la década robada, siguen encandilados por el ingenuo y demagógico caudillismo populista que tanta daño ha causado.
El Ecuador enfrenta una de las crisis económicas más graves de su historia, con dramáticas consecuencias de desempleo, aumento de la pobreza y retroceso en la educación y la salud. El FMI prevé para este año una caída de la economía ecuatoriana del 10,9%. Sufre aún la sociedad el azote de la pandemia; sin embargo se ha acelerado el levantamiento de las restricciones que buscaban reducir el número de contagios y muertes por el coronavirus. No se descarta en un futuro próximo la eventualidad de un peligroso rebrote.
Sin embargo, es necesario no dejarse arrastrar por la ola de negativismo. A pesar de las crisis y el desprestigio de los políticos y quizás por estos mismos hechos, la ciudadanía, que tiene en sus manos el voto, se halla obligada a sufragar con bastante mayor responsabilidad que en el pasado. Con su pronunciamiento en las urnas se juega el destino del país.
¿Qué proponen los candidatos? ¿Cuál es su plan mínimo para enfrentar la crisis económica y social? ¿Muestran un pensamiento democrático y de respeto a los derechos básicos? ¿Tienen experiencia y confiables antecedentes de honorabilidad? ¿Qué harán para combatir la corrupción y sentar ante los jueces a quienes aún se hallan bajo el manto de la impunidad? ¿Y para recuperar el dinero que ha perdido la nación por el uso del poder y los recursos públicos en beneficio individual?
Los ecuatorianos deben exigir respuestas a estos y otros temas análogos para tomar su decisión electoral. Es el primer paso contra el desencanto.
Enfrentar la crisis de la democracia pasa por una mayor participación política. Y esta comienza por las actitudes de los ciudadanos que tienen, como el instrumento directo primero, el ejercicio de un voto responsable.