Los ecuatorianos vivimos quejándonos que no tenemos partidos políticos, pero hacemos todo lo posible para debilitarlos y hasta aplaudimos las erradas decisiones que aportaron a la desaparición de los partidos en el país. Frente a eso, la reintroducción del voto en plancha para las elecciones legislativas es una buena cosa.
El voto en plancha significa que en las elecciones de asambleístas sólo podremos escoger por la lista, más no por las personas. En la papeleta sólo habrá tantos casilleros como partidos o movimientos políticos, a diferencia de las elecciones anteriores donde había tantos casilleros como candidatos.
Para tener claro lo bueno de este cambio, es importante arrancar de la premisa de que los políticos son seres bastante individualistas que sólo se juntan si hay los incentivos necesarios para hacerlo. En otras palabras, a los políticos no necesariamente les interesa armar partidos, lo que les interesa es ganar elecciones y llegar al poder y sólo armarán partidos si eso les permite ganar elecciones o tener poder.
Por otro lado, a la sociedad le conviene que haya partidos políticos nacionales que funcionen decentemente bien, que logren agrupar a la opinión publica y a la población en general, que representen tendencias amplias de la sociedad, que defiendan ideales, principios, etc. Pero para que existan partidos se requiere de algún incentivo para que esos seres, más bien individualistas, de los políticos se junten entre sí.
Quien quiere ser alcalde, por ejemplo, no necesita de un partido político y menos aún de un partido nacional; le basta con registrar un movimiento que reúna unas pocas firmas y lo inscriba. Tampoco se necesita de un partido político para llegar a ser diputado en una lista abierta pues el triunfo es individual y no del grupo. Y eso, además, condiciona el comportamiento del legislador luego de ser electo, pues será mucho más “libre” si llegó a su curul por su votación individual que si lo hizo por la votación de todo su partido.
Por eso es que el área en la que los partidos se vuelven más evidentes es en el legislativo, donde se trata de temas nacionales y es para el legislativo que se debe crear los incentivos para que los políticos se agrupen, o sea, que creen partidos.
Pero llevamos más de 20 años sin elegir en plancha y, oh sorpresa, esos son los 20 años en que más se han deteriorado los partidos políticos. Y tampoco debería ser una sorpresa que uno de los pocos partidos que se ha mantenido activo y con poder en todo este tiempo, el Partido Social Cristiano, sea, justamente, el que más basa su acción en un bloque legislativo cohesionado.
La votación en plancha no va a salvar al Ecuador, pero el retorno a esa modalidad puede aportar a darle algo más de sensatez a la política. Al menos en el largo plazo.