Los republicanos han logrado superar, por los menos algunos de sus líderes, el ancestral racismo que heredaron de la esclavitud. Han sabido acoplarse a un presidente afro americano y, otra vez, a una mujer como Secretaria de Estado. Sin embargo, no pueden asimilar a los latinos como parte de su sociedad, a pesar de que muchos han nacido en su tierra y, hoy, en importante contingentes, deambulan en aventuras militares inescrutables en Afganistán o se preparen para mayores episodios en el Oriente Medio. Por eso, es incomprensible una actitud anti migración, aun a costa de perder votos decisivos en estados vitales.
Esta dramática situación donde se mezclan la tradición conservadora y la imparable realidad migratoria que remonta el Río Grande fueron puestos en escena en un artículo, meses atrás, de Andrés Oppenhaimner donde sintetizó la encrucijada republicana: “Romney apoya la draconiana ley inmigratoria de Arizona, que muchos hispanos temen llevará a que la policía local acose a los inmigrantes latinos independientemente de su estado legal. También el candidato ha dicho que vetaría el proyecto de ley Dream Act, que ofrece una vía para la obtención de residencia legal a los latinos que fueron traídos al país cuando niños y que ahora están en la universidad o en las fuerzas armadas”.
Para entender esta situación que arrastra a la derrota a cualquier candidato republicano , es necesario ubicar la migración latina. A diferencia de otros temas no está en la agenda inmediata de la política exterior ni en la conducción económica. En el primer caso la comparación es manifiesta respecto a Israel, el Oriente Medio o la influencia mundial de China y Rusia; en el otro caso, su importancia como colectividad en la administración presupuestaria, tributaria o el índice de empleo no es determinante. Es una situación vernácula en la cual los demócratas -sin ser pro migrantes- siempre parten con ventaja.
En un repaso vale recordar el predominio republicano entre 1865-1933. Fue un periodo en el cual incidieron tres factores: la restauración de la Unión luego de la guerra civil, la inevitable vinculación al mapamundi después de la primera guerra y la creciente migración europea. La migración latina no contó.
Con estos antecedentes, a pesar de las corrientes migratorias de la segunda mitad del siglo XX, el contingente latino no ha sido decisivo, en comparación, por ejemplo, como los afroamericanos. Es probable que la causa radique en la estructura electoral: el voto no es obligatorio, existen elecciones primarias y las finales son indirectas. Factores que rompen la cerviz ancestral del populismo latinoamericano. En estas condiciones el voto latino es muy difícil que se trasmute en un factor decisivo en el ámbito republicano, pero que tampoco entusiasme a los demócratas, que solo ha demostrando interés en la estabilidad de las democracias formales de la región.