¡Más de tres millones de jóvenes viven en el Ecuador! Esta población será determinante en la próxima elección de gobernantes y asambleístas. Comparto algunos datos de interés, proporcionados por una encuesta realizada en 2021, por la Fundación SM, y el informe consiguiente.
“La población joven encuestada en Ecuador expresa casi en su totalidad que sus prioridades vitales son la familia, el trabajo, la salud y la educación, ya que el 99% y el 98% escogen estas opciones como “bastantes y muy importantes”.
“Lo que menos les inquieta es la política. Solo el 36% de las personas jóvenes piensa que es bastante o muy importante. Sin embargo, el 77 % considera necesario que en una sociedad democrática exista debate, y pese a que más de la mitad de ellos y ellas afirman que “la política tiene poco que ver conmigo”, el 58% confía en la política como una herramienta que puede contribuir a cambiar la sociedad. Algo que no deja de resultar paradójico, si atendemos a los resultados del punto anterior, donde se constata su escasa participación en la política institucionalizada”.
“Mayor rotundidad se observa en la percepción con respecto a los políticos porque el 65 %, esto es, 2 de cada 3 jóvenes, opinan que no les interesa. En este sentido, aproximadamente 3 de cada 4 jóvenes opina que en el Ecuador valores como la libertad de expresión, la tolerancia, el carácter democrático del Estado y el respeto por la legalidad. El orden o la capacidad de acción apenas están presentes para el conjunto de la ciudadanía y las instituciones que deben representarlas”.
Estas opiniones provocan una reflexión profunda no solo a los políticos sino a todos los ciudadanos. La impresión general es que los jóvenes no ven con optimismo a su país, prueba de ello es la desconfianza en las instituciones y la falta de empleo, razones que les impulsa a emigrar.
La confianza es responsabilidad de la sociedad, y sobre todo de los líderes que no han sabido captar los anhelos de este sector importante del país, que ve con preocupación las promesas incumplidas, los altos índices de corrupción y la impunidad.
Según datos oficiales, el 58% de los ecuatorianos se ubica en la economía informal, que representa una población que no tiene salarios dignos, seguridad social ni acceso a la salud, derechos consagrados en la Constitución vigente. En el porcentaje mencionado, los jóvenes que terminan el bachillerato se convierten en desempleados, sin contar aquellos que han desertado del sistema escolar y, por lo tanto, se hallan en situación de marginalidad y vulnerabilidad, y propensos a ser captados por las mafias.
El círculo de esta violencia estructural debe ser atacada, de raíz, con políticas públicas que combinen no solo el acceso a una educación de calidad, sino al cambio radical de la matriz educativa en función de la producción y la productividad vinculadas al empleo seguro.
Por estos motivos, el voto de los jóvenes es clave en estas elecciones. La consigna es optar por un liderazgo que ejecute programas de empleo con la participación activa de todas las universidades, el sector público, la empresa privada y la sociedad civil. Y donde los jóvenes participen en los debates y decisiones.
El desarrollo humano integral -educación, salud y empleo- constituye una estrategia clara, que no admite medias tintas. ¡Un acuerdo nacional sobre el empleo juvenil es emergente, que incluya una agenda consensuada y monitoreada, con más trabajo, más salud y más educación productiva!