Colosal el dilema que vive nuestro sistema educativo. De una parte, necesidad de volver a las escuelas. De otra, riesgos de contagio… La educación en confinamiento está provocando tragedias monumentales, opacadas por la lucha política: desajustes emocionales, abandono escolar, pobreza de aprendizajes. Con un agravante, los recursos y la atención disminuyen.
Los desórdenes emocionales están en nuestras narices: tristeza, agresividad, cansancio, pesadillas, ansiedad, miedos, sentimiento de soledad. Los esfuerzos de familias y maestros no alcanzan. La escuela viva con sus encuentros se torna imprescindible.
El abandono desangra al sistema. Los chicos se van porque les han negado condiciones para educarse virtualmente. Muchos no volverán. Engordarán el trabajo infantil, la desocupación, el rezago. Un retroceso de años. La escuela presencial es el antídoto. Para buscarlos, para anidarlos con sus pares.
El empobrecimiento de aprendizajes es una estocada dolorosa. Los chicos están aprendiendo muy poco. Cuanto más se alarga el confinamiento más profundo el agujero. La lectura comprensiva o la formación ciudadana seguirán esperando. Una generación con vacíos irreversibles.
La presencialidad es insustituible. “La educación, como el afecto, son presenciales” (Savater). No se agotan en las imágenes de una pantalla. Se requiere voluntad política, apoyo diferenciado, diálogo con actores, ofensiva comunicacional para impulsar un regreso ordenado, gradual, particularizado. Resulta una aberración que se discuta más la apertura de discotecas que la de las escuelas. Los argumentos no anulan la urgencia de crear previamente condiciones. El retorno no es una orden sino un proceso preparado con cuidado, con consultas, con recursos: locales, agua potable, saneamiento, internet. El consenso: reapertura pronta con escenarios seguros, información suficiente, planes afinados.
Resulta imperativo la administración de vacunas para los profesores. No se puede dudar que están en primera línea. Priorizarlos resulta socialmente significativo. Millones de vidas pueden alterar los encierros. Multiplicará la confianza.
El retorno demanda roles proactivos y creativos de maestros y directores. Y mirada enfocada menos en el aparato ministerial y más en la situación de niños y jóvenes. En sus manos está el rescate de la educación pública y el ejercicio del derecho a la educación.
Un tiempo para todo. El tiempo de apertura de escuelas ha llegado. De la mano del aprestamiento de locales y servicios. Suponemos que en estos 10 meses muchas escuelas se habrán puesto a punto. El Ineval debería aportar con información sobre abandono, aprendizaje, condiciones escolares. Información abierta indispensable para tomar decisiones.
Queda pendiente un tema esencial. El para qué del retorno… Regresar a lo mismo sería otra desventura…. Motivo para otra reflexión.