No son ellos únicamente. Me refiero a la patética y conmovedora investigación de las periodistas Cristina Márquez y Diana Serrano, publicada en EL COMERCIO el domingo 3 sobre la pobreza de una familia y de una señora que, por mala salud, viven en pobreza total. El reportaje titulado: “Son jornaleros o hacen tareas del hogar sin paga, son indígenas con hogares numerosos.- Así se vive con menos de USD 1,59 al día”
El de la familia de diez personas se ubica en la parroquia Cebadas, Chimborazo. Su vivienda está en una comunidad habitada por 200 familias, de las que 34 viven en condiciones de pobreza extrema. La pequeña casa construida con ladrillos, maderas y hojas de zinc, aloja al ciudadano Francisco Chuto, a sus pequeños hijos. El otro caso, una mujer joven, de apellido Pilataxi se ganaba la vida vendiendo frutas, pero por enfermedad en sus rodillas tuvo que dejar el puesto y ahora vive de la ayuda que recibe de su hijo. “Me da unos 20 dólares al mes”, revela.
La familia Chuto vive de lo que él percibe en empleos temporales y sembríos, más USD 57 del Bono de Desarrollo Humano. Afirman las periodistas investigadoras: “Los ingresos suman un total de USD 297 al mes; es decir, menos de un dólar diario para cada miembro.
¿Alimentación?, arroz y tortillas; a veces, carne. El reportaje es conmovedor, pleno de ternura y muestra una realidad terrible sobre el drama de los pobres. Es impresionante conocer que la esposa del ciudadano Chuto, espera el octavo hijo. Tanto hijo, es el resultado de convicciones tradicionales sobre acoger a todos los descendientes que manda la divinidad, pues cada uno, supuestamente, “trae el pan bajo su brazo”. No conocen sobre anticonceptivos ni planificación familiar.
El registro de nacimientos en nuestro Ecuador muestra la cifra actual: 17’187.393. El presidente Galo Plaza realizó el Primer Censo de Población, pues no sabíamos exactamente ni cuántos habitantes tenía el país. Desde 1925 hasta el arribo de este Presidente fue tal el desorden que gobernaron 25 Presidentes en 26 años. En 1951-52 el censo de población reveló la existencia de 3’202.757 habitantes.
Si la población continúa creciendo a semejante ritmo, días aciagos podemos columbrar. Personas religiosas, a quienes los pobres escuchan sus consejos, deberán cumplir la tarea misericordiosa de ilustrarles sobre control natal, sin acudir al aborto. Como antaño, familias con numerosos hijos están repitiéndose en el sector humano de menor economía. Es urgente una campaña intensa y persistente sobre planificación familiar. Producto directo de la pobreza es la educación deficiente, o el analfabetismo. Miles de jóvenes se preparan únicamente para empleos de escasos salarios y no tienen esperanza de llegar a más. ¿Acaso por allí se explica el crecimiento de la inseguridad que nos agobia?