Ahora resulta que también los maestros que defienden los ahorros de toda su vida son los malos de la película. De esta película en 3D del consumo desenfrenado donde jóvenes tecnócratas con sueldos espectaculares se miran en el espejo de Silicon Valley e intentan olvidar a toda costa cómo éramos antes del segundo boom del oro negro y quiénes fueron los educadores de varias generaciones de ecuatorianos.
Por fortuna hay maestras longevas que son un testimonio vivo de la época heroica de la educación. Hace poco el historiador Jorge Núñez contaba la vida de su mamá (93 años), una maestra de la provincia de Bolívar, sacrificada y sencilla como tantas profesoras rurales que se consagraron a los niños. Y está doña Teodosia Robalino (98 años), oriunda de Alausí y gran defensora de los derechos del magisterio, de quien existe la ágil biografía escrita por Raquel Rodas. Ahora, doña Rogelia Carrillo –madre de Guillermo Landázuri, expresidente del Congreso Nacional y maestro también–, va a cumplir cien años el 1 de octubre y yo tuve la suerte de realizarle una serie de entrevistas para un libro, embarcado como ando en la recuperación de la memoria viva de diversos personajes que ayudaron a forjar este Ecuador que se disuelve en la cultura del mall.
Nació Rogelia Carrillo en Píllaro, en medio de una familia de maestros: su padre, sus hermanas y hermanos y su prima María Angélica Carrillo, eterna rectora del 24 de Mayo y del Colegio de América. En ese pueblo rural y frutal, sin electricidad ni automóviles, donde las noticias llegaban a caballo desde Ambato, Rogelia terminó la escuela y vino a Quito al normal Manuela Cañizares, que fuera creado junto con el Juan Montalvo para difundir los valores del laicismo, principal logro de la Revolución liberal.
Una vez graduada, luego de dar clases en Ambato y en la escuela Sucre de la capital, recaló finalmente en el mismo Manuela donde terminaría como rectora, para fundar a continuación el Colegio Andino y seguirlo dirigiendo hasta la inverosímil edad de 97 años, otro récord Guinness supongo.
Sin embargo, la mejor parte de esta historia es que doña Rogelia es la autora más leída del Ecuador. ¿Cómo así? Pues porque ella y su marido Luis Antonio Landázuri eran dos maestros muy pobres y cuando nació su tercer hijo, Guillermo, en 1947 no tenían con qué parar la olla, de suerte que a Rogelia y a su colega Fanny Arregui se les ocurrió escribir un texto que juntara las materias para cada grado: así nació ‘El libro del escolar ecuatoriano’. Ya se querría la décima parte de su éxito cualquier escritor: esas ventas indeclinables a lo largo de medio siglo resolvieron los problemas económicos de la familia y le permitieron crear el Colegio Andino.
La otra gran pasión de su vida fue apoyar a los equipos de básquet colegial, que conquistaron innumerables copas. He ahí un caso ejemplar de esa profesión que ahora se siente amenazada por el poder.
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