Aunque las angustias nacionales sean otras, los temas más importantes parecen ser, a juzgar por lo que se lee en las redes sociales y los encendidos debates que generan, la igualdad de participación entre hombres y mujeres y el animalismo, pero no cualquier animalismo.
Hace poco murieron decenas de gatos en Manta posiblemente por envenenamiento, pero la reacción fue mínima, algo impensable si se hubiese tratado de perros, cuya humanización ha llegado al punto de hacernos olvidar al resto de congéneres que padecen problemas al frente de nuestras narices.
Pero vamos al otro tema, que ha merecido un pedido de acción de protección y va a mayores: la alternabilidad en los cargos públicos entre hombres y mujeres. Amparados en postulados universales, los defensores piensan en un sistema que exprese la paridad poblacional y que haga algo de justicia a la mujer.
Es un propósito loable que, sin embargo, nos puede hacer perder la perspectiva; en nombre de la cuota se puede sacrificar la meritocracia. Que las mejores y los mejores tomen decisiones tiene poco que ver con un reparto. Otra cosa es que se discrimine a la mujer, algo que hay que combatir con fuerza.
Entendámonos. Las mujeres son más responsables, han permitido el desarrollo de la banca social porque son buenas pagadoras, al contrario que los hombres. A la par que se capacitan, tienen participación destacada en la alta gerencia, aun a costa de sacrificar su vida personal. Es un camino largo.
Pero el hecho de que una decisión pública sea tomada por una mujer o un hombre no asegura, en principio, nada. Mujeres son la ministra María Paula Romo y la alcaldesa Cynthia Viteri, y en su comportamiento alrededor del Plan Más seguridad para Guayaquil se pueden observar varias cosas.
Viteri aplica la conocida fórmula socialcristiana de arremeter contra el gobierno de turno para asegurarse resultados. Romo reacciona como todos los gobiernos. Con toda seguridad quienes siguen el debate refutarán que Viteri, pese a ser mujer, es funcional a un esquema machista del poder. ¿Y Romo?
Ella es defendida últimamente frente a supuestos ataques derivados de su posición pro derechos de las mujeres. Es verdad que ella es de una línea progresista, pero eso no la exime de responder por sus responsabilidades frente a la inseguridad, a la crisis carcelaria y al posible abuso de poder al haber utilizado una nave policial, al igual que a cualquier funcionario gubernamental.
Las cuotas nos pudieran desviar de la verdadera discusión. En la vida privada y pública se aspira a la probidad, a la honestidad, a la eficiencia, a través del respeto a los otros. Ser y parecer. Ahora mismo vemos cómo hombres y mujeres ‘revolucionarios’ se cargaron el país y cómo varias mujeres y hombres tratan de hacer algo de justicia.