Vigilar y castigar

Estamos a la expectativa del paro nacional, anunciado para el 13 de agosto. De Guayaquil, Quito y Cuenca se anuncia alta participación. Han precedido las manifestaciones del último tiempo en esas ciudades. De pronto surgen anuncios de adhesión de Galápagos, de comerciantes autónomos de Guayaquil y una serie de agrupaciones. Pero también hay adhesiones al Gobierno. Aparece en cada campo, una dosis de enojo y ánimo de enfrentamiento. No es ajeno en ambos sectores un estado emocional peligroso; y ya sabemos de lo que es capaz la pasión política.

Está en circulación el número 5 de Ciencias Jurídicas, revista de la Sección Académica de Ciencias Jurídicas de la Casa de la Cultura, cuya presidencia ejerce el Dr. Alejandro Ponce Martínez.

Los académicos son 56. Uno de ellos, el Dr. Raúl Moscoso Álvarez se ocupa, en su Sección intitulada Vigilar y castigar, sobre Técnica eficaz para disciplinar y controlar al ciudadano.
Aquella técnica –dice- consiste en dividir a los ciudadanos en buenos y malos; demócratas auténticos y pelucones; jóvenes y cadáveres insepultos; diosas del Olimpo y gordas horrorosas; amigos y enemigos; ecologistas sensatos y ecologistas infantiles; izquierdistas siglo XXI e izquierdistas tirapiedras; jóvenes burócratas capaces y adultos desechables; indígenas aliados y dirigentes indígenas contestatarios, etc, etc.

Los contendientes deben manejar con pinzas la expresión multitudinaria, ya que es peligroso que la agrupación ciudadana se transforme en muchedumbre.

Hay amplios estudios sobre la conducta de una muchedumbre, realizados por el Dr. Gustavo Le Bon, Felipe Manci, Escipcion Sighele, y otros. Según el primero, la muchedumbre es un ser provisional compuesto de elementos heterogéneos, unidos brevemente por una coincidencia realmente espiritual. Cuando se forma, es un nuevo ser con distinto carácter al de los caracteres personales de cada miembro del grupo.

Según el experto mexicano Héctor Solís Quiroga, la agresión de las muchedumbres es cometida por grandes grupos humanos, sea contra particulares, grupos limitados o representantes del Estado, sin perseguir otros fines que “los surgidos del calor del momento”.

Recordemos la reacción de muchedumbres en Quito, contra el general Eloy Alfaro; la de Cuenca, del año 1962 por cuestión religiosa, cuyas víctimas fueron misioneros a quienes les entendieron como “protestantes” y “comunistas”; con menor volumen y de distinta naturaleza, la muerte del ciudadano español José Vilageliu, en el año 1965; y la muerte y arrastre del Jefe de Inteligencia del Gobierno del Dr. Arroyo del Río, señor Carbo Paredes, en Riobamba, en el año 1944.

Confiemos que nada malo acontecerá con ocasión del paro anunciado, pero cabe tener extremo cuidado por lo que podría suceder si la agrupación humana evoluciona a multitud.

eecheverria@elcomercio.org

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