El Gobierno anuncia la eliminación de la plusvalía porque considera que es una ganancia ilegítima. Se define la plusvalía como el valor de venta de una propiedad menos el valor de compra actualizado. La diferencia se repartirá entre el Gobierno y el Municipio y le darán una parte al propietario. Señalan como ejemplo el caso de los terrenos de Unasur que valían, según dicen, dos millones y terminaron pagando nueve millones. El valor se incrementó por las obras que está haciendo el Gobierno.
No se puede juzgar la bondad o malicia de esta ley sin conocerla, pero el ejemplo provoca algunas inquietudes que los ciudadanos tenemos derecho a plantearlas mientras los expertos preparan la ley. Si ya existe una tasa por las mejoras debidas a las obras que realiza el Municipio y se paga un impuesto a la plusvalía en la venta de los inmuebles, lo que se plantea sería una confiscación parcial. Los expertos que preparan la ley quieren eliminar por completo la plusvalía, es decir, eliminar el mercado de tierras, pero el Presidente no está convencido todavía aunque sostiene que la tierra no debe ser una mercancía.
Tendrán que estudiar muy bien el tema porque al ejemplo planteado se puede contraponer el ejemplo de ciudadanos que compran tierras, pagan obras de urbanización, apertura de calles, bordillos, canalización, instalaciones de agua potable, energía, teléfonos, espacios verdes; el precio se multiplica por cien sin que el Municipio o el Gobierno hayan hecho nada, solo cobrar impuestos. La ley deberá fijar la diferencia entre legítima utilidad y plusvalía. También hay que pensar que un impuesto como el anunciado puede frenar el boom de la construcción y reducir el empleo. Desalentaría las inversiones en vivienda y otros efectos no deseados.
El Presidente se adelantó a criticar a quienes consideren que el gobierno está buscando con impaciencia la creación de nuevos impuestos porque le faltan recursos. Por estas prevenciones o por otras razones, los agoreros se cansaron de anunciar las vacas flacas y los pastores ya no creen en los lobos, por ello nadie se preocupa ni reacciona ante el anuncio de eliminación de la plusvalía.
Dudan de que se haga realidad o los ciudadanos se toman la cosa con humor y filosofía repitiendo las viejas burlas acerca de los impuestos, como el de la anciana que dice, mostrando una vieja moneda: -todavía conservo el primer dólar que gané. Todos los demás los tiene el SRI-. Robert Half acuñó una buena definición aplicable a la circunstancia: “La gente trata de vivir según su presupuesto para poder pagar los impuestos al Gobierno que no puede vivir según su presupuesto”. Si no se incrementan las recaudaciones con nuevos impuestos, se cubrirá el déficit con más deuda y entonces será aplicable la frase de H. Hoover: “Bienaventurados los jóvenes porque ellos heredarán la deuda externa”.