Proceso de paz con nuevos aires
Colombia amaneció ayer ante un hecho inédito para la consecución de la paz: la declaración de principios sobre los derechos de las víctimas que el Gobierno y las Farc acordaron el sábado en La Habana. Así mismo, el acuerdo de agilización del proceso y el funcionamiento de la mesa. Puede decirse que con este avance histórico los diálogos adquieren una real dimensión humana y entran en una etapa crucial para sentar las bases de una paz estable y duradera.
Este es un hecho indispensable, pues el reconocimiento de las víctimas y de la responsabilidad que asuma cada parte en la verdad, la justicia y la reparación es una garantía para que la historia de venganzas y daños no se repita. Ya era hora de convertirlas “en el centro del proceso de paz”, como lo dijo el jefe de los negociadores del Gobierno, Humberto de la Calle.
Las Farc y el Gobierno lo han entendido bien: la guerrilla, al admitir su responsabilidad en el daño sufrido por cientos de miles de colombianos, sin condicionar esto a que otros actores lo hicieran primero; y el Gobierno, al abrirle la puerta a una comisión de esclarecimiento que tiene la misión de determinar quiénes, además de las Farc, son culpables de la tragedia que ha vivido Colombia en los últimos 50 años.
Es justo y necesario que quienes han sufrido en carne propia los horrores del conflicto sean escuchados. Sobre todo, que ellos mismos comiencen a ser protagonistas de la arquitectura del modelo de verdad, justicia y reparación que surgirá del proceso de paz. En ese sentido, según anunciaron las partes en la mesa, una comisión de víctimas irá a La Habana.
Esto, de otro lado, le cierra espacio a la impunidad, por la que no pocos temores hay. Lo ocurrido le da nuevos aires al proceso. La declaración hecha por los negociadores en La Habana reconoce que “las víctimas de graves violaciones de los derechos humanos e infracciones del Derecho Internacional Humanitario con ocasión del conflicto tienen derecho a la verdad, la justicia, la reparación y a las garantías de no repetición”.
Vale reiterarlo, es un principio clave. Porque es, además, la primera vez que las Farc aceptan explícitamente que las víctimas merecen ser sujetos de justicia, lo que adquiere relevancia en momentos en los que este punto se ha convertido en centro del debate de la actual coyuntura política. Sin embargo, queda por verse hasta dónde esa guerrilla está dispuesta a ir en términos de justicia. Será fundamental, entonces, que las Farc miren a los ojos de las víctimas y escuchen lo que tienen para decir quienes viajarán a Cuba. Así como ver la implementación de los mecanismos para agilizar el proceso, cómo se desarrollan los foros regionales, que son una antena de onda larga de la mesa de diálogo. Por lo pronto, hay que reiterar que es un paso en la dirección correcta. En un modelo de justicia transicional como el que plantea Colombia, nadie mejor que las víctimas para esclarecer la historia y ayudar a encontrar el equilibrio entre justicia y paz, lo cual también constituye un buen escudo ante los posibles reparos del acuerdo en la justicia internacional. Chi va piano, va lontano, podría aplicarse hoy.
El proceso ha ido más lento de lo pensado. Sin embargo, de los seis puntos de la agenda, en tres hay acuerdos: tierras, participación política y drogas ilícitas. Y en el tema de víctimas, este puede ser un verdadero principio de paz. Oírlas y repararlas, en sus bienes y en sus duelos, es clave para que la reconciliación nacional tenga raíces y sello de larga duración.