El palito del parqueo

En el Ecuador cada vez hay más máquinas “inteligentes” controlando las entradas y salidas de los parqueos. Eso, que puede verse como un signo de progreso, también es el resultado de un absurdo régimen laboral que incentiva a las empresas a reemplazar seres humanos por máquinas.

En realidad es un poco de ambas cosas: modernidad, pero también normas laborales destructivas. Porque la labor que realizan esas máquinas bien podría ser hecha por empleados poco costosos, dado que levantar un palito en un estacionamiento no requiere un alto nivel educativo.

Entonces, ¿por qué hay máquinas quitando empleo a seres humanos? Pues por una combinación tóxica de altos salarios y excesiva rigidez laboral.

Hace poco conversé con el director administrativo de una institución grande y prestigiosa que estaba colocando maquinitas en todos sus múltiples estacionamientos y la argumentación fue demoledora: si bien los dos aparatos (uno de entrada y otro de salida) cuestan unos USD 20.000, se justifican totalmente por los salarios que ahorran y, sobre todo, por las otras complicaciones que te evitan.

En lo salarial, con un sueldo básico de USD 394 (más los décimos, los fondos de reserva, el IESS, las horas extra, las vacaciones y las reservas que hay que hacer para los costosos despidos) y considerando que las máquinas trabajan 16 horas diarias, siete días a la semana, el ahorro es evidente. Eso nos lleva a “aplaudir” (con absoluta ironía) a quienes dispararon el básico a los niveles actuales y crearon abundantes incentivos para enviar a muchos trabajadores de bajo nivel educativo, directo al subempleo.

También hay “otras complicaciones”. Al reemplazar empleados, las máquinas le ayudan a la empresa a mantener baja su nómina y a no requerir, por ejemplo, de más médicos o dispensarios o de tener que contratar más empleados discapacitados. Y para empeorar las perspectivas de empleo de quienes podrían ser guardianes de estacionamiento, ahora está prohibido tercerizar.

Otra persona que conoce del tema parqueos me hizo notar que las máquinas no roban y que, si bien la mayoría de los empleados son honestos, las normas laborales complican enormemente el despido de cualquier empleado deshonesto, a no ser que se cuente con evidencia abundante, o sea, cámaras que filmen un robo. “Es mejor ahorrarse las cámaras, los líos laborales y tener una maquinita que levante el palo” sentenció este amigo.

¿Y dónde van a conseguir trabajo esas personas con poca educación a las que una errónea política laboral y una falsa conciencia social condenaron a ser despedidos? Posiblemente vendiendo caramelos en una esquina y ganando muchísimo menos de la mitad del sueldo básico.