La inflación anual de julio fue de 0,7%. Bajísima desde cualquier punto de vista, incluso para el Ecuador dolarizado e incluso en el mundo de bajas inflaciones en que vivimos hoy. Pero la inflación de agosto fue todavía más baja (0,3%) y todo indica que la de septiembre será todavía menor. ¿Qué pasa?
Lo que pasa es que estamos volviendo a la “normalidad” en la que la inflación de los meses de verano (de la Sierra) es bajísima. Y en el verano pasado, estábamos en la normalidad de las bajas inflaciones, cuando, de pronto, el gobierno liberó el precio de la gasolina súper y produjo un pequeño, pero significativo, aumento de precios, que ha formado parte de la inflación anual desde agosto 2018.
Pero al calcular la inflación anual de agosto 2019, ya no se incluye el crecimiento de precios de agosto 2018 (causado por el aumento del precio de la súper) y eso explica por qué la inflación anual bajó tanto en este último mes.
El aumento del precio de la súper fue absorbido por la economía entre agosto y septiembre 2018, de manera que cuando salga el dato de la inflación anual de septiembre 2019, ya no incluirá el “efecto súper” y debería bajar aún más y, quizás, volver a territorio negativo, es decir, podría volver a ser una deflación.
Por cierto, el aumento del precio de las gasolinas extra, que fue en diciembre pasado y que la economía absorbió en enero de este año, ese desaparecerá del cálculo anual en enero de 2020 y ahí realmente veremos lo baja que está la inflación subyacente en la economía.
El hecho de que nuevamente estemos tan cercanos a una deflación plantea varias interrogantes para la política económica.
La primera es que, con un nivel de precios tan estable y hasta con tendencia a la baja, el Gobierno debe estar muy tentado a subir los precios de los combustibles. O, al menos, las inhibiciones de los asesores políticos en el Gobierno para tomar una medida de ese estilo deben ser muy bajas.
Porque el gran miedo que tienen los gobiernos cuando suben los combustibles es causar un disparo en el nivel general de precios, pero considerando que la inflación es cero o hasta menos, el daño por ese lado debería ser muy pequeño. El “frente inflacionario” está dando luz verde para la subida de los precios de diesel, gas y extra.
Pero esa no es la única interrogante que abre el posible retorno a una deflación. Está también el tema de los ajustes salariales de fin de año, donde no habrá manera de justificar que sean hacia arriba, es decir, no hay forma de argumentar a favor de un aumento de salarios cuando los precios en la economía no se mueven y hasta caen.
Además, sería una gran señal para el sector productivo saber que el Gobierno es capaz de hacer una “ronda cero” en salarios y de no comportarse de una manera populista.