A veces la realidad es fea. A veces nos da ganas de, en palabras de un gran poeta, extender “las alas y emprender el vuelo, lejos de este mundo, lejos de este suelo, donde tiene un trono la vulgaridad”.
Y a veces se lo puede lograr. La buena compañía ayuda, un buen libro facilita olvidarse algún momento de las calamidades cotidianas. Pero tarde o temprano hay que volver a aterrizar en la dura realidad.
En una famosa película, The Matrix, a un personaje le dan la opción de seguir viviendo en un mundo perfecto pero irreal o de volver a la desgastante y agotadora realidad. Le dan dos píldoras, una roja y una azul. Si toma la píldora azul, despertará la mañana siguiente y “creerá lo que quiera creer”, pero si toma la píldora roja despertará en la terrible realidad y tendrá conciencia de lo compleja que es.
El personaje, al igual que hizo Lenin Moreno con el país, escoge la píldora roja y tiene que entender y tiene que enfrentarse con las dolorosas verdades de su existencia.
Porque la píldora roja que nos dieron al Ecuador está haciendo su efecto y el hecho de que las cosas hoy se vean peores que ayer no es porque han empeorado, sino porque ahora tenemos más conciencia de la verdadera situación del país.
El Fondo Monetario Internacional predice que la economía se contraerá este año y que casi no crecerá el próximo. Es duro, pero el PIB del año 2020 bien podría ser más pequeño que el del año 2018. Y si se lo mide a nivel ‘per cápita’ la cosa se complica aún más porque todo indica que el ingreso promedio por habitante se ubicará en el 2020 por debajo de su nivel del 2011.
¿Es que la realidad se volvió inesperadamente fea o es que ahora tenemos más conciencia de lo mal que estamos? La respuesta es la segunda opción. Hoy estamos despertando de una absurda somnolencia en la que nos sumió un precio del petróleo que nos anestesió, nos hizo perder de vista la complejidad del mundo real y les dio pábulo a un montón de desconectados para vendernos castillos en el aire. Castillos financiados con la plata de todos los ecuatorianos, castillos que no sirven para nada, excepto para que aterricen avionetas con droga y para que ellos se enriquezcan con jugosos sobreprecios.
Esta semana tuvimos una exvicepresidenta con un título falso y un exprefecto de Pichincha y exdirector del IESS arrestado en Lima. ¿Hay más corrupción o estamos más conscientes de su existencia en cada rincón del gobierno anterior? ¿O será que nos doparon y nos vendieron una realidad paralela para que no nos demos cuenta cuánto nos robaban?
También salió de la embajada en Londres un señor acusado de intentar violar a dos mujeres. ¿O era un gran luchador por las causas nobles y un desfacedor de entuertos? ¿Píldora azul o píldora roja?