¡Economía, levántate y anda!

Cómo quisiéramos que hubiera alguien que pudiera, con una frase, reactivar la economía del país. Porque si eso no ocurre, nos vamos a quedar con una economía que, si bien está lejos del colapso al que nos estaba llevando el correísmo, tampoco logra despegar y difícilmente va a crecer en este año, el próximo y el subsiguiente.

Afortunadamente sí existe una persona que puede pronunciar una frase capaz de revivir la producción. Si el Presidente llegara a decir unas palabras casi mágicas, las expectativas y la percepción de lo que será el futuro cambiarían de tal manera que los productores se pondrían a producir y los trabajadores a trabajar, a pesar de todas las trabas que enfrentan (y que podrían seguir existiendo).

Si el Presidente saliera a los medios de comunicación e hiciera un anuncio tan sencillo como “el ajuste ha terminado”, habría un giro en la economía y el crecimiento podría retornar.
El problema es que para hacer ese anuncio hay que terminar los ajustes. En algunos casos, habrá que completar aquellas cosas que están a medias y en otros habrá que iniciar (y terminar) las reformas necesarias.

Por ahora sabemos que el gasto público está creciendo mucho más lento, pero el sector público está todavía lejos de tener sus cuentas equilibradas, por lo que habrá que perseverar en el ajuste fiscal. Y también habrá que saber qué pasa con los subsidios a los combustibles.

En el país hay un consenso de la necesidad de una reforma laboral, pero ese proceso ni siquiera ha arrancado. No sabemos qué reformas se van a proponer, cómo se va a negociar dentro y fuera del Legislativo y, menos aún, qué reformas se van a aprobar.

También se espera una reforma tributaria que podría, desde desaparecer el impuesto a la salida de divisas, hasta aumentar el IVA o modificar la participación de los trabajadores en las utilidades de las empresas. En este caso, se sabe aún menos de lo qué se va a aprobar.

El día en que estén terminados esos tres temas (fiscal, laboral y tributario), el Gobierno podrá anunciar el fin de los ajustes, los ecuatorianos podremos respirar y los productores tendrán reglas claras para ver qué pueden producir. Pero hasta ese momento estaremos esperando que las reformas se hagan, que se concreten, que se reduzca la incertidumbre de no saber a dónde vamos. Por eso es urgente que las cosas se propongan, se negocien y se concreten lo antes posible.

Y después habrá que seguir haciendo reformas, pero en un ambiente mucho más claro, con los grandes cambios ya implementados. Se podrá pensar en reformas al IESS, en cómo integrar a los inmigrantes o en mejorar la educación. Pero hoy, la urgencia es actuar. No necesitamos un shock, necesitamos que se acabe la incertidumbre ante esta falta de definiciones.

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