Dentro de la reciente reforma electoral aprobada por la Asamblea y ahora vetada por el Presidente, se hicieron interesantes modificaciones, tal vez una de las más importantes sea la de cambiar la fórmula de asignación de escaños en elecciones pluripersonales de D’Hondt (pronúnciese “Dond”) a Webster.
Ambas son fórmulas de divisores continuos en las cuales la votación total de las listas se la divide, empezando desde el 1, para números impares en el caso de Webster y números continuos en el de D’Hondt, hasta que se asignen todos los puestos a los partidos que hayan obtenido los cocientes más altos. Webster es más adecuado porque mientras mayor es la distancia entre los divisores, más proporcional es el reparto de escaños, hay más correspondencia entre el porcentaje de votos obtenido por una agrupación y el número de puestos que se le adjudiquen.
Otra particularidad de Webster es que funciona mejor en circunscripciones grandes (15 a 20 escaños), pero en Ecuador solo tenemos circunscripciones pequeñas (hasta 5 escaños), y una mediana (6 escaños en Los Ríos). Por eso, la intención del veto presidencial de eliminar la posibilidad de subdividir circunscripciones electorales grandes en más pequeñas, como en Guayas, Pichincha y Manabí, es positiva por donde se la mire, sin embargo, ciertas organizaciones políticas se oponen, ¿por qué?, porque, entre otras cosas, ya no podrían hacer “gerrymandering”.
El gerrymandering es la manipulación de las circunscripciones, uniéndolas o separándolas, a fin de influir en los resultados, mejorando o empeorando los desempeños de determinadas agrupaciones políticas y el porcentaje de escaños que pudieran obtener.
El término nace por Elbridge Gerry, Gobernador de Massachusetts, que en 1812 decidió unificar dos distritos de su estado a fin de perjudicar al partido opositor dentro de la legislatura estatal. El Boston Gazzete, al ver que el dibujo del nuevo distrito parecía una salamandra, unió esa palabra con el apellido del Gobernador y acuñó “gerrymandering”.
El Código de la Democracia determina que es el Consejo Nacional Electoral el que decide la delimitación de las sub-circunscripciones electorales, fijando también el número de asambleístas a elegirse, lo que le otorga a esta institución y a sus miembros un enorme poder para afectar a ciertas organizaciones políticas y favorecer a otras a través del diseño de las circunscripciones.
De esta forma, la eliminación de esa posibilidad no solo permitiría que Webster actúe de forma más eficiente, si no que impediría la manipulación del sistema en beneficio de determinadas agrupaciones políticas, y así, no tendríamos nuevamente el caso de organizaciones como Alianza País en 2013 que, con el 52% de la votación, obtuvo el 74% de los escaños en la Asamblea.
Columnista invitado