Jamás imaginé que tendría que escribir un artículo como este para mi país hermano. Pero siento que debo hacerlo, porque ante todo me debo honestidad a mí misma.
Estoy segura de que la mirada internacional será de estupefacción ante el triunfo del No a los Acuerdos de La Habana . Unos diálogos serios, analíticos, en los que por primera vez en nuestra historia voceros del Estado e insurgencia armada se sentaron frente a frente durante cuatro años dejando de lado antiguos rencores y fundamentalismos para acordar un cese al conflicto armado que ha dejado una estela de sangre durante más de medio siglo en todo el territorio nacional. Los campesinos y el pueblo raso son los más afectados.
Millones de desplazados. Cientos de miles de muertos y desaparecidos. Hornos crematorios . Casas donde convertían en picadillo los cuerpos para después envolverlos en plástico y tirarlos al mar. Motosierras que descuartizaban y amputaban miembros. Masacres a la población civil, habitantes de veredas olvidadas que quedaban entre fuego cruzado. Mujeres y niñas violadas y torturadas.
La violencia en Colombia no la inician las FARC. Se inicia por poder político entre liberales, excomulgados y condenados por la Iglesia Católica y el Partido Conservador de ultra derecha. Antes de los años cincuenta ya existían cuerpos con “corte de franela”, “corte de corbata” o sea degollados a los que le sacaban la lengua por la garganta…Las FARCnacen en 1964 después de que el presidente Guillermo León Valencia ordenara bombardear la vereda de Marquetalia donde se refugiaban campesinos liberales….Y así la historia se repite como una noria que da vueltas y más vueltas y jamás avanza.
Vergüenza de patria al comprobar que en las ciudades y departamentos más azotadas por la guerra y la muerte gano el SI ,a la esperanza y al perdón y en las regiones más tranquilas triunfo el odio el resentimiento y la polarización política con el NO. Otorgando un pírrico triunfo de sesenta mil votos que nos vuelven a poner al borde del abismo.
Como bien lo dijo Pepe Mujica, somos un país esquizofrénico, dividido, escindido, apartado de la realidad. No valen apoyos internacionales, ni del Papa, ni de Cristo que viniera resucitado…El miedo al cambio. El odio atávico. Las ambiciones políticas y económicas vuelven a triunfar. Somos un país indiferente a nuestro destino. El sesenta por ciento de la población apta para votar no acudió a las urnas. Y ese cuarenta por ciento restante quedó totalmente dividido y quebrado, por el eje. Sesenta mil votos fueron suficientes para, poner a tambalear la esperanza de paz.
No tengo idea cual será nuestro futuro. Personalmente seguiré, luchando por una Colombia más equitativa y en paz. Por ahora, y con dolor en el alma, les doy mi parte de vergüenza por mi país .¡Ojala nunca tengan que vivir este horror!