Los enamorados regalábamos a las novias la luna en poesías, pero luego que el ser humano llegó a nuestro satélite natural, la luna perdió su encanto. Y su lado oscuro quedó por descubrirse.
En el presente caso, no es el título de una novela, ni de un accidente de aviación; tampoco un cuento de hadas, ciencia ficción o astrología, porque parte de una proposición inequívoca: todos los seres humanos tenemos una zona oscura, opaca o desconocida que gobierna nuestras vidas. ¿”Caja negra”?
Los griegos inventaron los “humores” para reconocer nuestros comportamientos externos, afines a la tierra, el fuego, el agua y aire. Hipócrates y Galeno sugirieron que los humores corresponden a los fluidos corporales vitales: la sangre, la flema, la bilis amarilla y la bilis negra. Y así nacieron los caracteres o temperamentos -colérico, melancólico, flemático y sanguíneo-, que dieron la base constitucional de la salud corporal y psicológica llamada isonomía.
La zona oscura o profunda se refiere a la vida interior -muchas veces anterior- de cada persona, causante de nuestros procederes, que han sido investigados por científicos del comportamiento humano. Cabe mencionar a Wilhelm Wundt, William James, Sigmund Freud, Carl Jung, Lev Vygotsky, Jean Piaget, B. F. Skinner, Abraham Maslow, Albert Bandura, Daniel Kahneman, Steven Pinker, entre otros, quienes intentaron descifrar las áreas libres, ciegas, ocultas, íntimas, perdidas y desconocidas de nuestro yo.
La literatura es rica en la descripción de historias del lado oculto de los personajes, y, quien lo creyera, de los propios escritores. “Vidas escritas”, de Javier Marías; “Pasiones”, de Rosa Montero; “Vidas secretas de grandes escritores”, de Robert Schnakenberg; las biografías y obras de Edgar Allan Poe, Lord Byron, Oscar Wilde, Frank Kafka, Agatha Christie, William Faulkner y Jean-Paul Sartre, entre otros, son representativos. Porque ningún escritor es neutro; la comedia humana aparece con sus ángeles y demonios, con sus caras y gestos, en la sempiterna lucha entre el bien y el mal.
Y para no ir más lejos: se ha revelado en días pasados la vida verdadera -la caja negra- de nuestros íconos musicales -The Beatles-, que marcaron a una generación, y en nombre de la paz cometieron desafueros inimaginables que se anuncian en cuatro filmes. Preparémonos, entonces, para mirar este año -sin morbo- el otro lado de la luna de nuestros ídolos de barro. ¡Y revisar nuestra propia “caja negra”!