Fábula que explica como el crecimiento económico aparente en realidad no lo es. La rotura de una ventana puede provocar que se piense que al repararla se genera un ingreso adicional en la economía, pero no se toma en cuenta que para repararla se ésta sacrificando el consumo de algún otro bien, en definitiva dicho ingreso aparente no existe, incluso puede haber un costo de oportunidad no considerado que provoca un resultado neto negativo.
Los países caen permanentemente en la trampa que esta fábula pretende advertir. Nos sentimos muy tranquilos cuando hay crecimiento económico y de hecho es el principal indicador que se revisa y se publica. El crecimiento de PIB de un país o las ventas de una empresa son los indicadores en donde los analistas se enfocan con mayor frecuencia.
¿Y qué pasa con la productividad?
El Ecuador enfrenta una apreciación de sus productos que en promedio es de 8% en los últimos 4 años y si lo comparamos con los vecinos más cercanos es del orden del 20% y 10% respectivamente. Adicionalmente se requiere recuperar seis mil millones de dólares por año en exportaciones para nivelar las condiciones de años anteriores y lograr una posición cómoda en la balanza comercial no petrolera. Situación muy compleja ya que tenemos una dependencia de pocos productos, una apreciación de los mismos y una necesidad de crecer por el lado externo.
Es momento de enfatizar en indicadores de productividad, tanto en la economía del país como en las economías empresariales. Los encargados de dirigir y vigilar la salud económica y financiera de las firmas y todos los ciudadanos debemos estar pendientes. Revistas económicas, medios, informes empresariales, reportes del gobierno y demás información pública deben tener uno o varios indicadores de productividad como portada. Solo así podremos revisar el avance y lograr una mejor competitividad frente a nuestros socios comerciales actuales y potenciales.
El gobierno debe preocuparse de generar productividad a través menores costes de energía, puertos más eficientes, transporte más expedito con vías más cortas entre los puntos de producción y los centros de consumo, flexibilidad laboral, menos trámites e impuestos. Y por otro lado las empresas deben ser obsesivas en tener procesos cada vez más eficientes, automatizados, con costos más apegados a los internacionales, mayor producción con los mismos activos, usar los tres turnos industriales disponibles y aplicar la tecnología que es fuente de velocidad y precisión.
El Ecuador no tiene acceso a la mentira competitiva, la devaluación, por lo tanto le corresponde ser eficiente en el mejor escenario, el de la realidad. El país requiere un cambio de enfoque, instalemos más ventanas nuevas y no pensemos repararlas existentes.