Venezuela vivió una semana más al borde de la quiebra moral y con creciente violencia en las calles.
Los manifestantes protestan contra el Régimen de Nicolás Maduro. El aparato de seguridad compuesto por Guardia Nacional, Policía, FF.AA., reforzado por civiles encapuchados que asedian las calles en motos y efectuando disparos a diestra y siniestra, dejan una estela de sangre.
El viernes fue Barquisimeto el escenario de violencia que dejó cuatro muertos más que se suman a los más de 80 de estos tres meses de protesta y represión continua.
Una mancha más al tigre: Las denuncias de corrupción, sobreprecios y especulación en los Centros Locales de Abastecimiento y producción controlados por el gobierno muestran el manejo político y económico turbio mientras mucha gente sufre hambre.
En la semana que terminó un confuso episodio trajo la noticia del sobrevuelo de un helicóptero y disparos sobre el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ). Un piloto, francotirador y personaje de película, es el extraño protagonista de esta historia. Su proclama antigubernamental empaña más el panorama. Nadie sabe dónde está.
Otro personaje que resalta es la figura de la fiscal Luisa Ortega, nombrada en el gobierno chavista, se ha convertido en crítica de las arbitrariedades del Gobierno.
Ortega tiene orden de arraigo y sus bienes y cuentas las interviene el Gobierno. Ella acusó al TSJ de pretender desbaratar el Parlamento y se opone a la convocatoria a una Constituyente con una mitad de asambleístas elegidos a dedo, en el estilo del más puro corporativismo cercano al fascismo. Con media cancha tomada cualquiera reforma a placer la Constitución. Es el contrasentido de los tiempos. Los chavistas quieren cambiar la Constitución chavista.
La oposición ahora se aferra al pequeño libro que proclama el referendo revocatorio que Maduro con el concurso del Poder Electoral bloquea. Los jóvenes ponen los muertos y también el grito de protesta.