Quizás, cuando se conozcan los datos de otros lugares del mundo, Venezuela pase a ser el lugar más violento, más inseguro y el de mayor índice de criminalidad del mundo. Según la organización Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), en el 2012, en Venezuela murieron víctimas de la violencia 21 692 personas. Esto es: 73 muertes cada 100 000 personas y esa tasa crece a 122 asesinatos cada 100 000 en la capital de país. El índice más alto en el continente es de 66 homicidios cada 100 000 personas en El Salvador. De acuerdo con las cifras de OVV la violencia ha crecido desmesuradamente en Venezuela. Un 12% en el 2012 respecto al 2011, que había sido considerado “el más violento de la historia nacional” y en el cual el número alcanzó a 19 336 asesinatos.
Sin embargo, este tipo de noticias, que mete miedo a cualquiera, no es de las que más asusta a los venezolanos. Es que todo es relativo y a estos lo que les preocupa es lo que va a pasar en el 2013 que se les viene encima; particularmente los acontecimientos de los primeros días, para los que está previsto el cambio de mando presidencial, según lo dispone la Constitución. No hay que olvidar que esta prevé que si el nuevo Presidente electo no está presente para asumir -lo que seguramente se daría en este caso- se deberá llamar a nuevas elecciones presidenciales en 30 días. Pero, pese a que la letra es clara parece que ya está dispuesto no interpretarse así en esta oportunidad por cuanto no habrá “cambio”, pues quien asume es el mismo que estaba –lo que quiere decir que no estarán presente ni el entrante ni el saliente- y todo seguirá igual. Es comprensible, entonces, el nerviosismo de los venezolanos y a la vez la perplejidad de los ajenos que se preguntan sobre cuál es el sistema de Gobierno que rige, cuáles las garantías de los ciudadanos, de la oposición y la autonomía de los otros poderes.
Por ejemplo, se anunció después de Navidad, que el presidente Chávez, ausente, en Cuba, enfermo, aún convaleciente y bastante limitado, delegó una serie de tareas económicas y administrativas en el vicepresidente del país, Nicolás Maduro. Cabe preguntarse, ¿qué era lo que hacía o lo que podía hacer Maduro, vicepresidente en ejercicio de la Presidencia, desde que Chávez se había ausentado? ¿Chávez desde Cuba seguía gobernando? -¿Incluso, anestesiado, mientras lo intervenían quirúrgicamente? En los países que funcionan con el viejo sistema democrático-republicano, en ausencia transitoria del Presidente, el Vicepresidente asume con plenos poderes, que para eso está.
Más que las noticias, es la falta de noticias ciertas lo que inquieta a los venezolanos frente a un año que comienza confuso: son muchos niños, de adentro y de afuera, para un solo trompo que en cualquier momento puede escaparse de la mano de quien ha sido su dueño absoluto durante una docena de años.