Lo acontecido en la última reunión del Consejo Permanente de la OEA para tratar la situación de Venezuela es patético y demuestra la inoperancia de la Organización.
Después de la torpe carta del secretario general Almagro al presidente Maduro, escrita solo para recibir aplausos, por la cual se descalificó a sí mismo como mediador y, al propio tiempo, excluyó a la OEA como actor para buscar una solución al problema venezolano, el Consejo se reunió el miércoles pasado para aprobar una resolución que proponga alternativas de arreglo y aplique la Carta Democrática.
La declaración adoptada en la reunión, aunque no lo crean, hace un escueto llamado a “la búsqueda de soluciones” -como si no fuera ese su propósito- mediante “un diálogo abierto e incluyente entre el Gobierno, otras autoridades constitucionales y todos los actores políticos y sociales para preservar la paz en Venezuela con pleno respeto a su soberanía” –nada más obvio e insustancial-. En otras palabras: ¡ustedes, gobierno y oposición, dialoguen para que ustedes mismos logren una solución! Nosotros no nos involucramos.
Para llegar a este inútil texto, los embajadores de los países miembros se tomaron 10 largas horas de profundos, muy inteligentes e inservibles discursos. En definitiva, nada concreto. Ningún ofrecimiento de mediación, de un llamado al referendo revocatorio contemplado en la Constitución, de la liberación de presos políticos para atenuar las tensiones sociales, de la aplicación de la Carta Democrática, nada. Un simple e irresponsable saludo a la bandera.
Toda esta tramoya en un país que, literalmente, se desangra. Y no me refiero solo al irrespeto de los derechos humanos, a sus leyes e instituciones, ni a la ineptitud de la administración política y económica de su gobierno que lo ha llevado a la quiebra, sino a un país cuyos niños se mueren por falta de medicamentos, sin energía eléctrica y con un índice de desabastecimiento del 82%.
Y sobre la reunión misma, dos hechos sorprendentes. Una cantinflada de la Embajadora de Paraguay: ¡“No nos oponemos (a la declaración) pero no nos sumamos al consenso”! O sí o no. Y una demostración de ignorancia: el jefe de gabinete de Almagro, funcionario de segundo nivel, pidiendo la palabra ante representantes plenipotenciarios de Estados miembros, que fue obviamente denegada, pero que se calificó como hecho “insólito”.
En suma, Venezuela quedó más que satisfecha con el resultado, al igual que los países de la Alba, la Argentina del derechista Macri, la supuesta estrella del nuevo liberalismo, apoyando a Maduro, Brasil y México inexistentes; los demás mirando para otro lado. ¡Lamentable! La OEA y su Secretario excluidos de la solución a la tragedia venezolana.