Barack Obama dijo que el Régimen venezolano era un peligro para la seguridad norteamericana porque violaba los DD.HH. de la oposición democrática. En consecuencia, sancionó a varios militares y funcionarios chavistas.
Extraña jugada. Justo tras iniciarse la cancelación de sanciones a la dictadura cubana, que hace más de medio siglo maltrata a sus disidentes con igual o mayor saña.
Hay, además, una cuestión de filiación. Venezuela se comporta así por influencia cubana. La Isla le vende: inteligencia, control social y gobernabilidad de mano dura.
Claro, Fidel y Raúl enseguida salieron en defensa del chavismo. Con el pan no se juega. Valoran más los 13 000 millones de dólares anuales que aporta la colonia que los arrumacos estadounidenses. La nota oficial castrista establecía que Venezuela “no estaba sola”. En sus códigos testiculares significa que, si hay combate, allí estarán los soldados de la madre patria cubana.
Naturalmente, los Castro saben que Estados Unidos no invadirá a Venezuela.
¿Por qué este paso de Obama, que solo sirve para dar un pretexto nacionalista a Maduro, aumentar la represión y despertar el avispero latinoamericano? Hay que explicarlo.
Venezuela sí es un riesgo para la seguridad estadounidense, pero no por violar los derechos humanos, sino por tres actividades que señalan dónde comienza o se intensifica el peligro para la sociedad norteamericana.
Esta visión de Washington se recoge en Reconceptualizing security in the Americas in the 21th Century y, especialmente en el capítulo “Venezuela: Trends in Organized Crime” (Joseph M. Humire).
El chavismo cruzó las tres rayas rojas.
En primer lugar: complicidad con terroristas islamistas de Irán. Tareck El Aissami –de origen árabe– gobernador de Aragua y exministro del Interior usó sus cargos para crear en la región una red de terroristas del Medio Oriente alimentada con el narcotráfico.
Segunda violación: narcotráfico. Hay generales venezolanos en ese negocio. De las 700 toneladas de cocaína anualmente producidas en el mundo, 300 pasan por Venezuela hacia Europa vía África o a EE.UU., vía Centroamérica. Diosdado Cabello, presidente del Parlamento, está acusado como jefe del Cartel de los Soles. Tercer límite: lavado de dinero. Pdvsa es el instrumento. Con esa plata corrompen a políticos, compran influencias y pagan a delincuentes.
La Casa Blanca lo sabe por sus diplomáticos, los servicios de inteligencia y los desertores. Walid Makled García, “el Turco”, capo del narcotráfico, antes de ser deportado a Venezuela fue interrogado por la DEA.Leamsy Salazar, mano derecha de Cabello y Chávez –hoy asilado en Norteamérica– corroboró y aportó nuevos datos. Ya no podía decirse que Venezuela no era “un peligro, sino una molestia”.
Venezuela, realmente, es un riesgo para la seguridad de EE.UU. y del Hemisferio. El error de Obama es no llamarle pan al pan y vino al vino, sino elegir una denuncia oblicua y formularla mal para que ni siquiera se entienda. Quería quedar bien con todos y ha conseguido lo opuesto. Una pena.