El socialismo del siglo XXI al estilo venezolano se impondrá en las elecciones del próximo domingo. El coronel Chávez cosechará los frutos de la inmensa obra social realizada y de ese nacionalismo que ha ido contribuyendo a que el pueblo venezolano vaya definiendo su identidad.
A Capriles, el oponente histórico de Chávez, le cabrá el mérito indiscutible de haber sido el candidato idóneo de una clase media que en Venezuela se ha ido formando a tiempo que su nivel cultural fue en aumento. Hasta hace no mucho, pese al petróleo, en la sociedad venezolana una muy pequeña élite intelectual de grandes quilates se veía arrollada –extranjeros en su propia tierra–, por un entorno hostil: militarotes que dirigían los destinos de gentes iletradas o recién bajadas del árbol, como el ‘bachiller Mujiquita’ personaje de Rómulo Gallegos. De primera mano conocí el caso del ilustre civilista Don Mario Briceño Iragorri. Se había enfrentado a la dictadura de Pérez Jiménez y tal pecado le significó el exilio. Residía en Madrid y desde ahí enviaba sus artículos a diarios y revistas como abanderado de la libertad de expresión en la patria del Libertador Simón Bolívar. Un domingo, saliendo de misa, le cayeron los sayones del dictador a patada limpia. Lo dejaron inválido, poco después fallecía. Eran los tiempos en que por miedo nadie chistaba en Venezuela y su clase media era poco menos que nada. Desde entonces, los tiempos han cambiado y de ahí lo de histórico con lo que le califico al señor Capriles como oponente de Chávez.
También históricamente es un eufemismo el que el petróleo venezolano debe ser para los venezolanos. Eran también venezolanos los que se hicieron de fortunas colosales con el petróleo venezolano. Me cuesta creer que sean numerosos los ecuatorianos que de triunfar Capriles aplaudan que se suspenda la construcción de la Refinería del Pacífico, una de las palancas del desarrollo de nuestro país, se diga lo que se diga. En materia internacional, el socialismo del siglo XXI al estilo venezolano tiene tales connotaciones como que a las fronteras de los países sudamericanos se las ve como obstáculos para nuestro desarrollo e independencia.
Que libertades tan fundamentales como el derecho de pensar y opinar sufrirán más limitaciones con el triunfo de Chávez es posible dadas las obsecuencias y vinculaciones cada vez más estrechas que mantiene con los hermanos Castro representantes póstumos de ese socialismo contrario a la condición humana. Formo parte de la clase media que es, por último, la que lee, piensa y escribe en un país en el que a la mayoría no le va ni le viene tales libertades y derechos porque sus necesidades son básicas: trabajo, vivienda, educación, salud. Nada resulta claro cuando las sociedades se polarizan. De ser venezolano, creo que anularía mi voto.