Venezuela sangra, se acercan a 50 el número de muertos, cada día aumentan las protestas, estudiantes, periodistas, mujeres, oposición, gran parte del país reclama libertad, seguridad, alimentos, respeto a los derechos ciudadanos y humanos, piden desesperados paz.
Resulta incomprensible que un país hermoso, inmensamente rico en recursos, asentado sobre millones de barriles de petróleo, de gente alegre, simpática y trabajadora tenga tanta mala suerte y camine al despeñadero, pagando una condena por algo que no ha cometido.Y los vecinos latinoamericanos viendo el espectáculo, como si se tratara de una obra de teatro, nos vamos acostumbrando al rol de “veedores” sin voz, sin aflicción, pasamos de largo, como cuando el sacerdote y el levita pasaron de largo viendo a aquel infeliz prójimo moribundo, asaltado por los ladrones camino a Jericó, según relata el evangelio de San Lucas, tal vez por cansancio, por rutina o miedo.
Llama la atención que los líderes latinoamericanos, los jefes de gobiernos con representatividad regional, como Brasil, México, Colombia, no emitan palabras de condena contra la violencia, la represión, la brutalidad que sufre ese país hermano y que podríamos sufrir en cualquier momento cualesquiera de los demás. Duele ser testigos del mutismo total de quienes pudiendo y debiendo no lo hacen y ven impávidos su destrucción.
Parecen desconocer la escasez de productos básicos, como leche, carne, papel higiénico que padecen los venezolanos, la elevadísima subida de precios (inflación) de los productos que hay, la desvalorización de la moneda y el mercado negro que rige el tipo de cambio, el exagerado gasto público (subsidios), la abrupta disminución de sus reservas, pero por sobre todo los exagerados índices de violencia, que la ubican como uno de los países más peligrosos del continente.
Paradójicamente, la Presidenta argentina ha llamado a defender la democracia, entiéndase -precautelar la permanencia de Maduro en el poder- mientras que el secretario de la OEA, José Miguel Insulza, sostiene que en Venezuela no peligra la democracia…. Estados Unidos es el único país que muestra su inconformidad con la política de la oficialmente denominada República bolivariana, e incluso el Congreso ha aprobado un paquete de medidas.
Solidaridad con el pueblo venezolano o complicidad con el presidente Maduro, es la disyuntiva, al parecer más peso tiene la segunda opción, pues los privilegios que da la mal entendida democracia en que vive una buena parte de la región hace que se calle la verdad, pesan más los mezquinos intereses del poder que la vida de hombres y mujeres que truncan su vida por una Venezuela más libre y mejor.
Sin embargo, el Mundial de Fútbol continúa, concentra la atención de millones de personas, permitiendo olvidar los problemas de Venezuela y del mundo.
Columnista invitada