Franklin Brito, quien ayunó largos períodos desde 2004 para defender derechos sobre un establecimiento rural de su propiedad, se convirtió en el primer venezolano que sostiene una protesta de este tipo hasta la muerte.
Brito, productor agropecuario y maestro de escuela de 49 años, falleció el lunes en el Hospital Militar de Caracas, donde había sido internado por orden de un juez y contra su voluntad. Medía 1,90 de estatura y pesaba apenas 34 kilogramos.
Protestó primero porque el estatal Instituto Nacional de Tierras (Inti) dio a terceros permisos de ocupación sobre parte de su predio, de 290 hectáreas, y fue despedido de la escuela pública donde enseñaba, así como su esposa Elena Rodríguez, por disentir acerca de un proyecto de cultivos con un alcalde del sudeste del país.
En 2005 y 2008, el Inti negoció acuerdos de compensació con Brito, pero rehusó apoyarlos en documentos, por lo cual el productor siguió protestando “para no hacerme cómplice de hechos de corrupción”, según dijo. Brito fue internado en diciembre de 2009 en el Hospital Militar. Denunció la medida como un secuestro, se negó a recibir atención de médicos militares, reclamó los de la Cruz Roja, y su salud se deterioró hasta que pereció.
“El gobierno del presidente Hugo Chávez ignoró la petición de Franklin, el clamor de su familia y los llamados de los organismos internacionales para permitir que tuviera acceso a asistencia médica elegida por él mismo, merecedora de su confianza”, según un comunicado de la familia.
“Franklin vive en la lucha del pueblo venezolano por el derecho a la propiedad, el acceso a la justicia, por el respeto de los gobiernos a los derechos humanos. Deja de ser carne para convertirse en símbolo para todos los atropellados por la soberbia del poder, para los ofendidos por la prepotencia de los gobernantes”, proclamó el documento.
Marino Alvarado, coordinador de la organización humanitaria Provea, sostuvo que “la muerte de Brito es consecuencia de una manera de gobernar prepotente e intolerante.
Tras conocerse la muerte de Brito, el disidente cubano Guillermo Fariñas, quien hizo este año una huelga de hambre de 135 días, dijo que “es un asesinato de Chávez”.
“El hecho de que haya sido obligado a estar en un hospital militar y no donde deseaba realizar su huelga de hambre, hace responsable al gobierno de Chávez”, añadió Fariñas, quien levantó su ayuno el 8 de julio tras el anuncio del gobierno de Raúl Castro de liberar a los 52 opositores que aún seguían encarcelados.
Un compañero de Fariñas en su denuncia sobre la situación de los presos políticos en Cuba, el albañil Orlando Zapata, falleció el 23 de febrero al cabo de 83 días en huelga de hambre.