Si hasta hace unos años la lista de Estados considerados como “fallidos” estaba encabezada por países de África y de Oriente Próximo, ahora esa lista comienza a engrosarse con países de América Latina. No solo es Haití sino también la República Bolivariana de Venezuela.
Este término, acuñado por la organización “Fund for Peace”, se refiere a los Estados que presentan una marcada degradación en lo económico, político y social. Tienen poco control sobre vastas regiones de su territorio, problemas para proveer de servicios básicos, elevados niveles de corrupción y criminalidad, así como de refugiados y desplazados.
Prácticamente todas estas características las cumple Venezuela. Su aparato productivo está quebrado. Los salarios no alcanzan para nada. El calamitoso manejo de la economía del gobierno del presidente Nicolás Maduro ha llevado a que exista un agudo desabastecimiento de alimentos, medicinas y bienes. La inflación es una de las más altas a nivel mundial. El Fondo Monetario Internacional prevé que ésta llegará a fines de año al 1´000.000%.
La provisión de los servicios básicos es deplorable. Los cortes de energía eléctrica son frecuentes. Esto se debe principalmente a que no existe un manejo técnico y adecuado del sector público, en el cual campea la corrupción. Esto tiene relación directa con el modelo implementado desde la época de Hugo Chávez, en el cual no hay Estado de derecho, independencia de los poderes del Estado y posibilidades de fiscalizar las acciones de gobierno.
Hay un control férreo de cualquier iniciativa de protesta y movilización social. Con el apoyo de las fuerzas armadas y la policía, así como con la intervención del régimen cubano, se ha desarrollado un sistema de inteligencia, represión y persecución política implacable. Esto ha llevado a que Maduro, sin mayor apoyo popular, se mantenga en el poder. La violación de los derechos humanos es algo frecuente.
Los índices de criminalidad afectan a todo el territorio. Venezuela está entre los países más inseguros del mundo. La tasa de homicidios es incluso más alta que Colombia, México, Brasil u Honduras. La penetración del tráfico de drogas ha llegado a las más altas esferas del poder político.
Estos factores presionan para la salida de miles de venezolanos. El éxodo se estima entre 3 y 4 millones de personas. Muchos de ellos han emigrado en mayor medida a países de la región como Colombia, Brasil, Ecuador, Perú, Chile y Argentina.
Esto debería motivar a una intervención urgente a nivel internacional. No solo para hacer frente al éxodo masivo de venezolanos, a los cuales debería darse un trato humanitario, sino para presionar la salida del régimen corrupto, abusivo y nefasto de Maduro. La crisis humanitaria en este “Estado fallido” debería presionar la actuación de las Naciones Unidas. Las instancias de integración regional han mostrado sus limitaciones en este caso.