La clave que definirá la política exterior regional del nuevo gobierno ecuatoriano es su posición respecto de Venezuela. La situación en ese país ha llegado a límites insostenibles: la economía destrozada, la crispación social cada vez más aguda que ya ha causado muertos y heridos por la represión estatal, el hambre que carcome la sociedad, la inexistencia de instituciones sólidas, imparciales y creíbles, la carencia de democracia, la corrupción sistemática y la clara violación de los derechos humanos.
De lo dicho, los ecuatorianos somos testigos diarios, no a través de la información que nos llega por los medios tradicionales o digitales, sino al ver deambular migrantes venezolanos hambrientos por nuestras calles pidiendo trabajo, que no existe, o simplemente, caridad. Nadie puede desconocer esta realidad escondiéndola detrás de una ideología ni de una retórica barata. Hay en nuestro país cerca de medio millón de venezolanos, -en Colombia dos millones y en Perú 600 000- que han debido salir obligados por las penurias que viven y no porque lo hayan deseado. Es un problema regional.
La posición que adopte quien llegue al poder, Andrés Arauz o Guillermo Lasso, sobre lo que acontece en Venezuela será determinante para definir la política exterior de su respectivo gobierno.
Si llega Lasso es de esperar que continuará con los esfuerzos que hace el Grupo de Contacto para Venezuela, compuesto por Uruguay, Ecuador, Bolivia y Costa Rica más Alemania, Francia, Italia, España, Portugal y el Reino Unido, junto con la Unión Europea, para que con su apoyo los venezolanos sean los protagonistas y resuelvan por la vía del diálogo pacífico su retorno a la democracia, la reactivación de la economía, la superación de la crisis humanitaria y la lucha contra la pandemia. Espero que Lasso resuelva no incorporarse al Grupo de Lima, foro radical de otros países latinoamericanos, aupados por Estados Unidos y la Organización de Estados Americanos, OEA, que han llegado incluso a hablar de una intervención militar.
Si, por el contrario, el ungido es Arauz, él mismo lo ha dicho y es muy grave, seguirá el modelo venezolano y, al hacerlo, aislará al Ecuador de casi todo el mundo para volver a formar parte de un reducido club de países fracasados que poco o nada aportarán al nuestro. Si resuelve alinearnos con Nicolás Maduro apoyando su “proyecto”, será el peor error de su política exterior, no ayudará a Venezuela y no resolverá la trágica crisis migratoria que afecta a nuestro país. Si, como dice, mantiene cercanía con Maduro, podría aprovechar, por el contrario, para persuadirle cambie las políticas equivocadas que llevan a su país al descalabro.
La posición que adopten Arauz o Lasso sobre Venezuela se referirá a la línea de toda la política exterior. Venezuela es la clave.