#VasPreso

Todo comenzó cuando dos iluminados funcionarios creyeron que si se decretaba ley seca a ciertas horas de la noche, además de los domingos, la violencia se erradicaría en el país. Nada más errado, la tasa de homicidios no baja como debería y el estado de violencia y de indefensión se riega por todas partes.

Lo que no estaba en el libreto ciudadano es la drástica resolución para que los conductores que conduzcan a “exceso” de velocidad vayan a prisión, sin previo aviso, aunque con una audiencia judicial que no acepta la posibilidad de perdón.

Nos estamos volviendo paranoicos, todo lo solucionamos con cárcel, no hay perdón pese a que estamos regidos por una de las Constituciones más libertarias y garantistas de la historia. Los tuiteros se inventaron el ‘hashtag’ #VasPreso para graficar este absurdo.

La delincuencia asalta, roba, porta armas prohibidas y cuesta atraparlos. Los radares que controlan la velocidad sí funcionan, al parecer no son chinos, pero en la calle la gente siente temor y mira para todos los lados para evitar ser víctima de un arranche.

Por conducir a 61 kilómetros por hora en la ciudad los conductores deben pasar tres días en una apestosa prisión, lo que implica un drama social, la posibilidad de perder su trabajo, dejar de producir y estar hacinado junto a otros contraventores.

Máxima eficiencia, pueden argüir las autoridades, pero no es humano, es paranoia pura. Un médico, el primero en caer preso, pasó tres días inútiles privado de su libertad, debió pagar, además, USD 292 y perdió 10 puntos en su licencia.

No digo que no esté de acuerdo en que las sanciones deben ser drásticas, pero no al extremo de perder la libertad. Muchos delincuentes sorprendidos in fraganti cometiendo fechorías son liberados a las pocas horas porque pocos se atreven a presentar una acusación.

La medida del pico y placa jamás hubiese tenido éxito si es que la multa no era severa, pero las autoridades municipales tomaron la precaución de no afectar a la libertad, un derecho humano fundamental.

Antes de que se aplique la medida y tal como ocurre con muchas reformas legales, nunca se hizo una campaña para que los ciudadanos conozcan la magnitud de las sanciones. Conducir a máximo 50 kilómetros por hora dentro de la ciudad genera otra clase de problemas. El consumo de combustible subsidiado será mayor porque ningún vehículo alcanzará a llegar hasta la cuarta o quinta marcha, donde se quema menos gasolina.

En las estrechas calles y avenidas se observa a autobuses que no solo sobrepasan el límite permitido de velocidad, también se pasan los semáforos en rojo y se estacionan en doble fila. Otros conductores extremadamente lentos no saben que el carril izquierdo es solo para rebasar y ayudan deliberadamente a la congestión y saturación del tránsito. ¿Solución? Vas preso.