En marzo 13 el Ministerio Coordinador de la Política Económica rindió cuentas. La Ministra Jeanette Sánchez reveló que la economía creció entre 8,3% y 9% en 2011, superando ampliamente la previsión oficial de 6,5%.
La fuerte revisión al alza en el estimado de crecimiento era previsible, ya que los informes del BCE para los tres primeros trimestres lo insinuaban. Aún no hay estimado para el cuarto trimestre.
Está por terminar el primer trimestre del 2012, y todo indica que la tendencia de crecimiento del 2011 se mantendrá, por lo que probablemente la economía crecerá más del 5,6% previsto.
El motivo: continúa empujando el gasto público, que es lo que mueve la economía, puesto que el precio de petróleo se mantiene alto.
En precio del crudo ecuatoriano fue de USD 112 en marzo 13, la más reciente fecha para la que Petroecuador revela información, lo que está USD 33 por encima de lo que contempla el Presupuesto.
El segundo factor tras el crecimiento es la gran expansión del crédito de vivienda que otorga el Biess. Por fin los afiliados obtienen un servicio que justifique que del costo laboral, el IESS se lleve 16% y el empleado reciba sólo 84% (si cobra el fondo de reserva).
Los urbanizadores multiplican la oferta de vivienda para atender la demanda, creando empleo para mano de obra no calificada.
Hay además un compromiso chino para extender nuevos créditos. El Gobierno haría bien en no acceder a ellos excepto si hay un revés en frente petrolero.
Es halagador el desempeño de la economía, pero las autoridades no deben perder de vista al flanco débil de este crecimiento: a la inversión pública no la sigue la inversión privada.
Así como el capital privado se vuelca a aprovechar las oportunidades que abre el crédito del Biess, debería hacerlo con la nueva infraestructura pública y la expansión del mercado dados los mejores salarios en la administración pública.
Esto no se da por el permanente cambio en las reglas para la inversión, en circunstancias que en su mayor parte los cambios deterioran el clima de negocios. Caso en cuestión, el impuesto a la salida de divisas que hoy afecta incluso a las actividades en el exterior emprendidas con créditos obtenidos en el extranjero.
A eso se suma la poca atención a los problemas de la producción de exportación, como flores, banano y camarón. Todo envuelto en un discurso presidencial que deslegitima el capital privado, y arroja incertidumbre de a dónde nos lleva un Gobierno que acumula todos los poderes.
El día que el precio del petróleo no suba, o se agote el crédito chino, la economía se estanca. En Argentina, que tiene una dependencia similar en los precios de la soya, se teme que la expansión económica está tocando fin.
Recuerde, capitán, que el Titanic también iba a todo vapor.