Uribe y Patiño

Álvaro Uribe, durante su mandato como Presidente de Colombia, irrogó una grave ofensa al Ecuador cuando, violando nuestra soberanía, atacó militarmente a los terroristas de las FARC en Angostura. En reacción, Correa rompió las relaciones diplomáticas con Colombia. Uribe pidió perdón al Ecuador, pero el problema subsistió por mucho tiempo. Durante meses se produjeron mutuas inculpaciones. Uribe acusaba al Ecuador de tibieza frente a las FARC y Correa reaccionaba haciendo uso de los innumerables adjetivos que constan en su peculiar diccionario dialéctico.

Paradójicamente, cuando Santos -Ministro de Defensa que comandó directamente el ataque de Angostura- llegó a la presidencia de Colombia, se hizo posible el restablecimiento de las relaciones diplomáticas. Los dos países, en la actualidad, se empeñan en fortalecer una política de sana cooperación.

La más reciente acción militar de las Fuerzas Armadas de Colombia, que causó la muerte del máximo dirigente de las FARC, ha vuelto a encender los fuegos de bengala verbales. Uribe ha insistido en sus acusaciones contra el gobierno de Correa y le ha salido al frente el ministro Patiño quien, sumándose al expediente de la grosera descalificación, se ha referido ofensivamente a Uribe. La actitud de Patiño, impropia de un Canciller, ha dado lugar a variados comentarios. Algunos han aprobado su reacción y han añadido muchos y más ofensivos agravios contra Uribe. Otros han empleado similares términos para criticar la conducta de Patiño. Mal, en ambos casos.

Episodios como los ocurridos en la Universidad de Columbia, en la cumbre iberoamericana de Asunción y este último lo estarían demostrando.

Las buenas relaciones entre Ecuador y Colombia son importantes. Hay que cuidarlas con esmero. Las agrias referencias a Uribe son innecesarias y pueden ir, progresivamente, en detrimento del buen ambiente que se busca fomentar. Las investigaciones que se realizan en Bogotá sobre la conducta de Uribe son de competencia exclusiva de los colombianos y demuestran la madurez institucional de ese país, cuya tradición de apego a la ley arranca desde la época de Santander.

En otra cumbre iberoamericana, el Presidente de Venezuela lanzó su iracundia contra José María Aznar. El sucesor y rival ideológico de este -Rodríguez Zapatero- exigió a Chávez respetar al ex Presidente del Gobierno español por considerar que, al ofenderlo, el coronel estaba agraviando a todo el pueblo de España.

El ministro Patiño no ha pensado, seguramente, que los colombianos, uribistas o no, deben sentirse molestos por las ofensivas palabras dirigidas contra quien fuera su Presidente y pueden pedir que el Ecuador lo trate con respeto.

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