El libre ingreso a la universidad

Como todos, tengo prioridades y me animan los demonios más diversos. Respondo a mi circunstancia (Ortega y Gasset) y al barro del que estoy formado. Es en el campo de la política en el que le doy la máxima prioridad a la educación y me aproximo a los quintos infiernos cuando los ‘revolucionarios’ tercermundistas (los izquierdosos) tratan de poner sus manos en tan delicado asunto.

Que el libre ingreso a las universidades públicas (incluidas las politécnicas, claro está) sea una de las banderas de lucha de las organizaciones populares que se aprestan a un largo recorrido hasta llegar a Quito, es algo que se aleja de toda posibilidad de entendimiento, racional.

Infiltrados del MPD deben ser los mentalizadores de aquella consigna, bárbara. Ayer no más, fueron los marxistas leninistas maoístas los causantes del desastre al que llegó la universidad pública, la financiada por el Estado, el mejor ejemplo de lo que se puede hacer en términos de redistribución de la riqueza, de justicia social.

Con el libre ingreso a las universidades públicas, conquista del MPD, lo que se logró es añadir un término más a la dominación que han sufrido los pueblos latinoamericanos: la subalternidad de las clases populares ante quienes mejor preparados se imponían en todos los campos.

Fui profesor de la Universidad Central por largos años, incluida la ominosa década de los sesenta del siglo pasado. Pese a los esfuerzos de los docentes, los resultados de la avalancha de estudiantes con el libre ingreso fue tal que conocí casos concretos de profesores izquierdosos que enviaron a sus hijos a la Universidad San Fco. de Quito para que se salvaran.

Están equivocados los que creen que en nuestro país desconocemos lo que sucede en el resto del mundo en cuanto a educación. En Francia, Inglaterra, en China, en Chile, y más, al momento se cuestiona la educación que reciben niños y jóvenes.

Se llega a tales extremos como que se asegura que tan solo en Finlandia y Alemania se enseña seriamente y se pone énfasis en la lectura, escritura y matemáticas, bases del pensamiento lógico. La preocupación apunta a que al final de cuentas el nivel al que llegarán los egresados de sus universidades, no les permitirá competir en un mundo globalizado.

Están equivocados también los que creen que en nuestro país no hay indios, mestizos y negros que están muy conscientes que tan solo una educación superior pública gratuita de calidad, nos llevará a rectificar una historia de inequidades.

Cómo le ha costado a la Universidad Central salir del pantano al que le llevó el MPD. Hoy está en la categoría A. Las politécnicas no cayeron en las falacias del MPD. Pese a los cuestionamientos, algunos de peso, es indudable que a todo nivel la educación pública en nuestro país ya no es de las peores de América, como cuando se iba africanizando.

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