La migración de instituciones y personas es un consecuencia de la guerra que no siempre se aprecia en su real magnitud. La invasión de Rusia a Ucrania, por ejemplo, ha provocado un nuevo traslado de la Universidad del Este de Ucrania, que ha tenido que moverse una vez más por el conflicto, según lo establece el periódico “El Mundo”.
Fue fundada en 1920. Durante la Segunda Guerra Mundial las autoridades soviéticas decidieron trasladarla a Siberia. Volvió al fin de conflicto. En 2015, su dirección pasó a instalarse en Severodonetsk después de que las fuerzas separatistas apoyadas por Rusia tomaran el control de Lugansk, en el este del país. La ofensiva sobre Severodonetsk, que ya casi se encuentra cercada por las tropas rusas, la ha obligado a buscar una enésima localización: la ciudad de Dnipró.
Las instituciones educativas del Donbás, con sus miles de alumnos y profesores, han tenido que irse a otros lugares del país. La Universidad Estatal de Asuntos Internos de Donetsk ha tenido cuatro traslados desde 2014, según ha reconocido recientemente su rector. De Donetsk, otra ciudad que quedó bajo control de los separatista, se trasladó a Kryvyi Rih. Después eligieron Mariupol. En febrero tuvieron que retornar a Kryvyi Rih y en las últimas semanas han instalado varias de sus facultades en Kropyvnytskyi, en el centro de Ucrania.
El conflicto ha generado una profunda división. La Universidad del Este de Ucrania ahora tiene dos sedes: la oficial, que ha terminado en Dnipro y la que regenta la administración prorrusa de Lugansk. La migración de la Universidad del Este y de la Pedagógica del Donbás expresa la tragedia de la guerra y la pandemia juntas. Los 6,5 millones de refugiados y los más de 8 millones de desplazados que ha generado la última invasión se suman a los que ya se había movilizado desde 2014.
Aún si se llega a un cese de fuego en el conflicto ucraniano, la situación de los desplazados continuará. Será un problema más para la difícil y conflictiva postguerra.