Las décadas de 1950-60 los jóvenes fueron los protagonistas de la lucha social. El movimiento estudiantil de las universidades estatales se concentró en la Federación de Estudiantes Universitarios del Ecuador, FEUE, fundada en 1944. Esta organización fue un espacio cada vez más politizado. Desde sus orígenes todos los partidos, especialmente los de izquierda la dirigieron.
El momento cumbre de la lucha estudiantil se dio a fines de los 60. La FEUE en 1968-1969, según consta en el Informe de la Directiva Nacional al XXV Congreso Nacional publicado en 1972, entendía al Ecuador como un país “semifeudal y semicolonial” “dominado por el imperialismo” y por unas “clases dominantes lacayas”, cuya liberación estaría dada por una revolución proletaria “violenta a través de las armas” liderada por los trabajadores en una alianza con los campesinos y los estudiantes.
En 1969 la FEUE apoyó la lucha de los bachilleres por el libre ingreso a la universidad. En abril en Guayaquil durante una manifestación cayó muerto el estudiante Carlos Rea Naranjo, “y decenas de estudiantes [fueron] sometidos a prisión y torturados”. El 29 de mayo fueron desalojados los estudiantes del recinto universitario: “mediante la utilización de fuerzas especiales de paracaidistas son asesinados 30 compañeros, son heridos 87, alrededor de un centenar son detenidos…”. Posteriormente a esto los Consejos Universitarios de Cuenca, Loja y Quito resolvieron la supresión de los exámenes de ingreso. Triunfó la lucha estudiantil.
Para la FEUE la universidad debía responder a las necesidades del pueblo: “La Universidad tiene necesariamente que convertirse en uno de los puntales de vanguardia cultural, de la liberación nacional y de la transformación revolucionaria”. Para tal efecto era necesaria una reestructuración de los planes de estudio. Se planteó el ejemplo de la Universidad Central en donde se propuso la enseñanza de 3 materias “Métodos de estudio e Investigaciones científicas, Problemas Ecuatorianos Socio-económicos y Corrientes filosófico-políticas contemporáneas”. Al mismo tiempo la federación planteó reformas a la Ley de Educación Superior: defensa del laicismo, de la autonomía universitaria y cogobierno .
El libre ingreso democratizó la sociedad pero masificó la universidad. La politización extrema derivó en violencia interna y la autonomía irresponsable en estancamiento. Crisis. Sin embargo, esto no desvaloriza la lucha estudiantil por la democratización, la importancia de la consciencia política, de la autonomía responsable y del sentido de la educación para la liberación y la ciencia.
Hay que investigar y aprender una historia crítica de la universidad que confronte al peligro vigente de la construcción de una universidad eclipsada, tecnocrática, acrítica, controlada y sin pensamiento libre.