Pamunjom es un nombre que ha hecho historia. Es el mismo sitio donde en 1953 se firmó el armisticio tras la guerra. Es el lugar donde funciona una zona de seguridad en la frontera que divide a dos estados de una misma nación.
Pamunjom vuelve a escribir una página de la historia reciente en un proceso de tensiones que nunca concluyó puesto que al armisticio jamás siguió la esperada paz.
Las relaciones entre ambas Coreas han sido jalonadas de tensiones y una herida la lastima: las familias divididas por la guerra. Todavía hay personas que mantiene vínculos familiares pero las comunicaciones están bloqueadas por la férrea concepción y medidas de los regímenes dinásticos, autoritarios y militares que dominaron desde entonces a Corea del Norte.
Corea del Sur tiene un ministerio por la unificación de las familias y millones de coreanos anhelan ver unidos a sus pueblos.
Las tensiones subieron de tono hace dos años y las citas, en el mismo punto de Pamunjom, se suspendieron en diciembre del año 2015. La causa del enfriamiento de los diálogos está vinculada con la amenaza nuclear. Pruebas, provocaciones, y cruce de palabras agudizadas por la personalidad de los líderes de Corea del Norte y Estados Unidos, han abonado ese terreno minado.
La amenaza nuclear es un problema que pone en tensión no solo a Corea del Sur sino a toda la región -Japón por ejemplo- y afecta al tablero de la geopolítica mundial.
Pero los vientos de la cita de la semana que finalizó son alentadores. La posible participación conjunta de las Coreas en algunas disciplinas deportivas en los juegos olímpicos de invierno en Pyeongchang(Corea del Sur) es una buena noticia.
Otro tema más complejo, y que merece una atildada urdiembre, es aquel de los diálogos a alto nivel entre los dos gobiernos. Corea del Sur no lo descarta, aunque el presidente Moon Jae-in dijo que se deben crear condiciones adecuadas y garantizar resultados. Tiempo al tiempo.