¿Es bueno o es malo manipular células madre para producir órganos en un laboratorio? Si un país pobre debe gastarse mucho dinero en comprar unas pocas medicinas para tratar enfermedades raras y cumplir con los derechos a la salud que le exige su legislación, pero al hacerlo estaría dejando de promover el bienestar de muchas más personas, ¿cómo debería obrar? Si pudiéramos clonarle a nuestro Eugenio Espejo, ¿deberíamos hacerlo?
Como jurista debo admitir que los problemas legales que nos generan los avances tecnológicos y la complejidad de la vida contemporánea son aquellos que encuentro más apasionantes.
Recurrentemente he pensado en la clonación sin llegar a ninguna conclusión; esto es, hasta que pude preguntarle al endocrinólogo Víctor Manuel Pacheco.
“La dignidad de la persona es uno de los pilares de los derechos humanos, del principio de igualdad –que nadie es superior a los demás– y de la democracia contemporánea. Pues bien, la dignidad deriva enormemente de que cada ser humano sea único e irrepetible, singular y especial, importantísimo porque es el único ejemplar que hay en el planeta y que ha habido en la historia. La clonación desmontaría esto”.
¡Toma! ¡El aparentemente insoluble cuestionamiento quedó desecho! Y, el hombre no se despeinó. Con una fluida naturalidad hiló argumentos, sólidos como el hormigón, que descifraron el rompecabezas que yo tenía.
Víctor Pacheco es el Presidente de la Comisión Nacional de Bioética en Salud. Su desempeño en este cargo impulsó su nombramiento –ya por dos periodos consecutivos– como Presidente de la Red de América Latina y el Caribe de Comisiones Nacionales de Bioética en Salud. Con estos precedentes me abalancé sobre libro de Víctor, “Bioética Quitensis”. El gusto que había sentido al ver mi pregunta disolverse se multiplicó; hace tiempo que un ensayo me movía de tal forma. Son tan peliagudos los temas que trata, que sólo se puede enfrentarlos con un cuidadísimo orden de ideas y una metodología expositiva rigurosa.
Filosofía, derecho, medicina y abundantes citas literarias, son los ingredientes que Víctor usa para elaborar una doctrina del bienestar y el progreso. El tomo –como su título indica– es un verdadero asiento para lo que podríamos llamar una escuela ecuatoriana de bioética. Cosas de la vida, mientras leía “Bioética Quitensis” me llegó la noticia siguiente, “El Directorio del Colegio de Médicos de Pichincha… resolvió designarle (a Víctor Manuel Pacheco) como Médico del año con el galardón Dr. Eugenio Espejo en la Categoría de Producción Científica”.
Así, respecto a la pregunta de si deberíamos clonar a Espejo, tengo otra respuesta, más fácil.
No necesitamos hacerlo. Basta que pongamos atención al excelente capital humano con el que cuenta nuestro país.