Nuestra Cancillería no ha configurado metas claras y de largo alcance en política internacional. Superado el conflicto con el Perú, que concentró su atención, en los últimos tiempos Colombia ha sido su principal preocupación. El gobierno del Presidente Correa ha diseñado otros objetivos y coherente con los postulados del ALBA, ha venido alentando acercamientos con países cuyos gobiernos comparten afinidad ideológica y poniendo distancia con los Estados Unidos y Europa. En esta línea de pensamiento promovió con entusiasmo al Unasur, un proyecto que integra a doce Estados de América del Sur, sin bien no ha sido ratificado por todos. La propuesta es muy ambiciosa y se basa en una declaración de principios que impulsa desde la unión económica y política hasta el fortalecimiento de la democracia.
Leyendo entre líneas no se escapa que el proyecto esconde, de una parte, la intención de algunos de sus miembros de excluir a los Estados Unidos y, de otra, el anhelo de Brasil de asumir un papel protagónico en la región, creando un mercado a su corte y medida. Si el propósito hubiese sido prescindir de los Estados Unidos, la lógica indica que la organización debió haber convocado a todos los Estados al sur del río Grande. El haberla limitado parece una exitosa maniobra de Itamaraty, por cuanto Brasil, como potencia regional con peso específico en el mundo, elimina la competencia de los Estados Unidos y de México, cuya influencia queda reducida a América Central. Si realmente se impulsa la integración, con un modelo similar al de la Unión Europea, la Unasur sería el tercer bloque económico en el mundo, solamente superado por la Unión Europea y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Pero ese futuro habrá de depender de la voluntad política de los Estados y de un compromiso solidario que se imponga sobre los particulares intereses de cada cual.
Como ejemplo, algunos de ellos tienen celebrados tratados de comercio con varios países, mientras otros abominan la globalización económica por ser instrumento del capitalismo.
Con acierto se designó primer Secretario General al doctor Rodrigo Borja, quien dimitió al poco tiempo porque debió haber advertido que tal como iban las cosas, el secretariado se convertiría en una fotografía en la pared. Y los hechos confirman sus razones, porque el nombramiento de su sucesor no puede ser más indicativo. Kirchner no tiene el menor interés en la política internacional, ni goza de la simpatía de varios gobiernos que a contrapelo le dieron el voto. Su única ambición es mantener la monarquía criolla, alternando con su esposa la Presidencia.
Veamos si viene a Quito, sede de la Unasur, o si obtiene licencia para seguir haciendo campaña electoral. Por este rumbo vamos hacia otra OEA, sin Estados Unidos, pero con Brasil en su lugar.