Tengo una pequeña anécdota que contar, espero que no sea malinterpretada. Tengo llamas y un llamingo, y les puse nombres de personas que admiro y han cambiado la historia. Mi favorita se llama Matilde Hidalgo de Prócel. Me deslumbra y me asombra que el Ecuador haya sido un líder mundial en el voto femenino.
Ahora siento que el país se cae a pedazos y cuando la veo risueña pastando pienso que lo conquistado con tanto esfuerzo se puede perder en un abrir y cerrar de ojos. Sino que les pregunten a las mujeres afganas de más de 50 años, quienes dos veces en sus vidas han visto cómo sus derechos les son arrebatados por los talibanes.
“C’est arrivé près de chez vous”, la película de 1992 de Benoît Poelvoorde muestra asesinatos con un título incómodo, “Esto (la tragedia) llega cerca de usted”. Tenemos la tendencia a sentirnos cómodos, pensando que nuestros avances llegaron para quedarse y no se volverá atrás. Algo parecido me decía un amigo estadunidense respecto a la toma del Capitolio del 6 de enero del año pasado. “Hemos estado acostumbrados a ver por la tele los sucesos locos que ocurrían en otros países, sin pensar que nosotros podríamos algún día sufrirlos”.
Los derechos tampoco están para quedarse de manera automática. Los sucesos acaecidos en EE.UU. esta semana son el mejor ejemplo. Se filtró un proyecto de sentencia de la actual Corte Suprema en donde se revierte el mítico fallo Roe vs Wade. Mediante este fallo – del 22 de enero de 1973 – se legalizó el aborto en todo el país.
El tiempo creó costumbres. Las mujeres se acostumbraron a su derecho a decidir. La encuesta de este mes de la empresa Gallup señala que el 80% de la población está de acuerdo con algún nivel de aborto legal. Y, sin embargo, si la Corte Suprema – con 9 magistrados, 3 nombrados por Trump – revierte el fallo, se estima que al menos 20 Estados ilegalizarán el aborto. Casi cincuenta años de derechos revertidos. Eso llega cerca de casa.