La última de Pepe

Todo un género de chistes en nuestro país pueden venir del carácter de “Excelencia” que tanto predica nuestro Presidente y del que se laurea. Desgraciadamente la última broma no tiene como protagonista un niño imaginario sino su contrario, un Ministro real. “Último” porque no es el primer chasco: “Érase una vez un país tan excelente, pero tan excelente que a un futbolista, pocos meses después de que abierta y públicamente emita los insultos más vulgares contra un árbitro, lo nombraron Ministro de Deporte”.

Lo grave de las bromas reales es que tienen consecuencias trascendentales. Como deportista activo y actual seleccionado nacional he podido enterarme de las durísimas batallas institucionales que libran las federaciones ecuatorianas por deporte para cumplir con su trabajo, hasta el extremo ha llegado este mes.

El Ministro ha emitido una resolución ordenando la intervención en 40 federaciones deportivas. Dicha intervención viola la Carta Olímpica y su norma de autonomía en la organización de deportes nacionales. Esas son las reglas que todos los países (incluso Corea del Norte o Cuba) respetan para participar en competiciones internacionales.

El lúcido Gobierno acaba de amenazar seriamente la participación del Ecuador en los Juegos Olímpicos. De mantenerse esta medida nuestros deportistas ya clasificados participarían a título personal bajo la bandera olímpica. No se trata de meras paranoias; la asamblea general de la Asociación de Comités Olímpicos Nacionales (ACNO) reunida en Moscú condenó la actuación del Gobierno, y esta semana el presidente del Comité Olímpico Internacional, Jacques Rogge, envió una carta directamente al presidente Correa. Tuve acceso a dicha misiva y en ella se lee: “La situación es extremadamente preocupante en la perspectiva de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y de la participación de los atletas ecuatorianos”. En otro acto desatinado, el Ministro, pésimamente asesorado, evocó la soberanía para cuestionar las consecuencias negativas. La soberanía, señor Ministro, no implica el poder de someter internacionalmente a nuestras decisiones. Si un Estado incumple el reglamento de un organismo internacional es normal que los beneficios del cumplimiento de dichas normas no se le apliquen, la soberanía no tiene nada que ver.

Les cuento el último mal chiste: “Que había un gobierno tan excelente, pero tan excelente, que su Ministro del Deporte no conocía la Carta Olímpica, ni el significado de soberanía”.

Propongo dejar las bromas de lado y ver la realidad: la promoción olímpica del Ministerio es una verdadera chapuza, cha-pu-za, una vergüenza y una calamidad. A 100 días de que inicien los Juegos, el Ecuador está a un paso de la peor catástrofe deportiva de su historia.

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