Conocida alrededor del mundo como un imperio de raíces monárquicas, la Turquía del siglo XXI con un 98% de religión mahometana, ha demostrado ser un país que aprovechó su posición geográfica de puerta grande para que ingresen personas de todos sus países fronterizos de raigambre árabe. Más del 91% son turcos, 6.5 son curdos, 1.2 son árabes, y el resto armenios, georgianos y hebreos. En su extensa frontera al sur está Siria, y también Líbano, país colindante con Israel. Es el más grande con más de 780 000 Km.2 y una población de 37 millones de habitantes. Tiene el segundo ejército más numeroso en la OTAN con 411 000 efectivos, y su principal objetivo es luchar contra el Estado Islámico, país fanatizado como musulmán.
El Presidente Tayyip Erdogan desde hace más de cinco años ya inició una etapa de censura a la libertad de pensamiento, y su régimen a través del viceprimer ministro Numan Kurtulmus informó, hace pocos días, que Turquía suspenderá la relación con la Convención Europea de Derechos Humanos (CEDH) de la que es parte desde la década de los años ochenta del siglo anterior, porque ha anunciado que volverá a implantar la pena de muerte, justificada por los gravísimos hechos del 15 de julio-2016 que dejó 290 muertos, y mantiene arrestadas a 10.937 personas y no ha desmentido que hay 2 185 heridos, muchos de ellos graves. Estas acciones dice el gobierno que son planificadas desde el exterior a través de una célula del clérigo opositor desterrado, Fethullah Gülen que vive en EE.UU.
El último acto contra la noticia libre constituyó el arresto de 42 periodistas entre los cuales está Erkan Ilicak, director de información del diario Ozgur Dusunce, y el presentador de noticias de la TV-Can Erzincan Erkan Akkus. Además, tres agencias de prensa, 45 diarios, 16 cadenas de TV, 23 estaciones de radio, 15 revistas y 29 editoriales fueron clausuradas, según el diario oficial.
También se produjo la detención de 31 académicos y de 40 militares en servicio activo. Todos estos actos de violencia y contra la libertad de prensa, se amparan en un decreto de emergencia que retrocedió a una época muy similar de los años 80 del siglo anterior. Al analizar los hechos relatados, la especialista del Instituto Francés de Relaciones Internacionales con sede en Estambul, Dorothée Schmid declaró a la Agencia France Press, que Erdogan aplicando los plenos poderes concedidos ejecutará actos de venganza a través del control totalitario en todo el país.
Ante el mundo occidental y a partir de Europa, Turquía ya está ubicado como un país donde no existe libertad de prensa, y que cualquier voz crítica al desarrollo político actual del gobierno de Tayyip Erdogan podría ser silenciada con posible ejecución física. Por eso, el pueblo turco vive una época dura para la vigencia plena de los DD.HH.