Las remesas enviadas por nuestros migrantes ecuatorianos no solo representan una fuente vital de ingresos para cada vez más familias en el Ecuador, sino un testimonio del amor y la lealtad que llevan en sus corazones. En 2022, estas remesas alcanzaron la cifra impresionante de 3.500 millones de dólares, casi el 5% del Producto Interno Bruto de nuestro país. Este flujo de recursos no solo impulsa el consumo interno y estimula nuestra economía local, sino que también financia educación, salud, turismo y vivienda de miles de hogares, transformándose también en impuestos que fortalecen al Estado.
A pesar de los obstáculos que enfrentan en países como España y Estados Unidos, debido al narcotráfico, nuestros compatriotas muestran una resistencia y un espíritu emprendedor inquebrantables. Muchos trabajan en condiciones laborales precarias, con salarios bajos y sin derechos laborales plenos, pero su determinación no se desvanece. Enfrentan dificultades para obtener visas de trabajo y permanencia legal, y el aislamiento social y cultural es un problema común, especialmente en países donde la comunidad ecuatoriana es pequeña. Sin embargo, su amor por la patria y su deseo de superación los mantienen firmes.
Los sucesivos gobiernos han fallado en implementar políticas efectivas para apoyar a estos héroes de la diáspora. No hay una representación adecuada de los intereses de los migrantes en el gobierno, y la falta de créditos accesibles para los ecuatorianos residentes en el extranjero limita su capacidad para emprender negocios. Este desperdicio de potencial es terrible, ya que podrían crearse nuevas actividades comerciales y empresariales que agranden nuestra economía. Se necesitan canales financieros que faciliten el traslado de las tecnologías del primer mundo a nuestro país, para que podamos crecer y desarrollarnos juntos.
Ecuador tiene una alta productividad en muchos bienes primarios que necesitan nuevos mercados. Nuestros migrantes pueden abrirlos. La migración debe ser vista como un desafío emprendedor y una oportunidad para crecer y desarrollarse. Los políticos ecuatorianos deben respaldar y alentar a los migrantes a emprender negocios en el extranjero, viéndolos como potenciales empresarios, no solo como mano de obra barata. Las ideologías que incitan el odio hacia los países desarrollados deben cambiar su narrativa, mostrando la migración como una victoria, un desafío que pocos asumen con el positivismo y optimismo que debe ser respaldado y respetado.
Los migrantes ecuatorianos ya son una parte vital de la economía de nuestro país. Aprovechar al máximo su potencial, es crucial y que los políticos, así como cada ecuatoriano, vean a los migrantes como emprendedores, mostrando la migración en forma positiva, como ecuatorianos de vanguardia, que ensanchan el productivo y amado Ecuador a todos los confines del planeta.