En nuestra cultura, es común escuchar la expresión: “Estoy en la edad del cóndor”, con dolor por aquí, con dolor por acá. Existe una creencia generalizada de que el malestar permanente es una parte natural del envejecimiento. Incluso en la madurez, comenzamos a experimentar dolencias que asumimos como normales. Cuando estos dolores se intensifican, recurrimos a remedios populares con propiedades antiinflamatorias, como la manzanilla y la cúrcuma. Algunos optan por el chugchuhuazo o la dulcamara. En el mercado virtual, hay miles de suplementos que se promocionan como “naturales” y que prometen aliviar el sufrimiento. Esta es una industria multimillonaria de cápsulas, pastillas, esencias a precios exorbitantes.
Sin embargo, especialistas en termalismo y geriatría, que participaron en TERMATALIA 2024 en Ourense, España, sostienen que, aunque la vejez se asocia comúnmente con dolor y debilidad, esta percepción es errónea. Explican que la “fragilidad” es un síndrome geriátrico que implica una disminución de la reserva fisiológica y la capacidad de adaptación del cuerpo. Este concepto, aunque poco conocido, es crucial para entender y mejorar la calidad de vida en la tercera edad.
La fragilidad aumenta la vulnerabilidad de las personas mayores a enfermedades, lesiones y pérdida de autonomía. Sin embargo, muchos desconocen que este estado no es una consecuencia inevitable del envejecimiento, sino un proceso que puede prevenirse y gestionarse adecuadamente. La falta de conocimiento sobre la fragilidad lleva a la aceptación pasiva del dolor y la debilidad como parte natural de la vejez, cuando en realidad, estos pueden y deben evitarse.
Para combatir la fragilidad es esencial mantenerse físicamente activo y seguir una nutrición adecuada que refuerce la salud ósea y muscular. Hoteles y restaurantes pueden captar nuevos clientes con menús de alimentos saludables e incluso de sanación. El control del peso es fundamental para evitar la sobrecarga en las articulaciones y prevenir enfermedades como la diabetes e hipertensión. Chequeos médicos regulares son esenciales para detectar y tratar problemas antes de que se agraven.
En la madurez es crucial entender la importancia del concepto de pre-fragilidad, la etapa en la que aún es posible revertir o ralentizar el proceso de fragilidad. Durante esta fase, es vital implementar todas las medidas preventivas. En este contexto, el termalismo y los spas son aliados importantes. Las aguas termales y los tratamientos de spa ayudan a mejorar la circulación, aliviar dolores musculares, articulares, promueven la relajación y el bienestar general, lo que contribuye a mantener la movilidad y la calidad de vida.
Hoy en día es fundamental informarse y educarse sobre la fragilidad. Es hora de cambiar la percepción de la vejez y demostrar que podemos vencer a este enemigo silencioso y disfrutar de una vida plena y activa en nuestros años dorados. Viajar cobra una importancia vital, ya que es uno de los mejores antídotos contra la depresión.