Culminó en Sudáfrica el Campeonato Mundial de Fútbol con el triunfo de España sobre Holanda. Ninguno, en los dos tiempos reglamentarios, había logrado abatir la portería contraria, empatados a cero. Necesitaron los alargues que permite el reglamento hasta que, en los últimos minutos, un gol espectacular quebrantó el arco holandés y España triunfó. Durante el partido el mundo permaneció espectante. El desenlace provocó júbilo y risas en unos; desencanto y lágrimas en otros. Casi 500 millones de personas exultaron en español a los vencedores, inclusive en Estados Unidos, donde nadie puede contener la expansiva dinamia del idioma que, hace siglos, bautizó ciudades y estados. Iberoamérica vibró con España y se sintieron reivindicados Argentina, Brasil, Chile, México, Paraguay y Uruguay.
Aunque estamos celebrando el bicentenario de la revolución por la Independencia en la América hispana, las décadas han transparentado la relación con la Madre Patria, hoy un hermano más entre los Estados de la Comunidad Hispanoamericana, unidos por valores trascendentes y la sonora fuerza del idioma español. El Ecuador se enorgullece de haber sido, también, nada menos que con Juan Montalvo, pionero en ese reencuentro: “¡España, España!, lo que hay de puro en nuestra sangre, de noble en nuestro corazón, de claro en nuestro entendimiento, de ti lo tenemos, a ti lo debemos. El pensar a lo grande, el sentir a lo animoso, el obrar a lo justo, en nosotros son de España; y si hay en la sangre de nuestras venas algunas gotas purpurinas, son de España”.
Rubén Darío preconizó este instante: “Ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda, / espíritus fraternos, luminosas almas, ¡salve! / Porque llega el momento en que habrán de cantar nuevos himnos, lenguas de gloria… / Únanse, brillen, secúndense tantos vigores dispersos; /…formen todos un solo haz de energía ecuménica…/ muestren los dones pretéritos que fueron antaño su triunfo…”.
Crespo Toral: ‘Cuando presidas en la acción gallarda / dirá la historia que tu fama vela…/ España triste,/ cabeza de oro, corazón de roca,/ en tu vencido suelo americano la madre fuiste / y la madrastra loca; la providencia a un tiempo y el tirano…/ España sola distribuyó la tierra y altanera / dijo: ‘Español es el honor… La gloria es española’… Hidalga raza empuñará valiente el venturoso cetro del futuro…”.
Espinosa Pólit: “…Por el español… los ciudadanos de 20 naciones al encontrarse en cualquier parte se comprenden, se reconocen, se alargan instintivamente las manos en gesto fraternal…”. Y Pérez Guerrero: “Unámonos cada vez más a la gran nación épica, quijotesca y grande cuyos hijos somos; y amemos su verbo solemne y sonoro, herencia preciosa que, de pronto, levanta nuestra joven alma americana a una alta cima de cultura”.