De acuerdo con lo que ya preveían las encuestas, Rafael Correa y su movimiento Alianza País fueron los grandes triunfadores en las elecciones del pasado domingo. Según el Consejo Nacional Electoral, Correa obtuvo el 56,7% de los votos válidos, Guillermo Lasso 23,3%, Lucio Gutiérrez 6,6% y Mauricio Rodas 4%. Son 33 puntos de diferencia entre el primero y segundo puestos. Algo inédito en el Ecuador, puesto que es la primera vez desde 1979 que un candidato a la presidencia alcanza la votación más alta en primera vuelta.
Varias razones explican estos resultados. En primer lugar, Correa ha sido el mejor candidato: ideas, carisma, mejor estrategia de campaña y grandes dotes comunicacionales para llegar a las mayorías.
En segundo lugar, los atributos propios de Correa han sido agrandados por la campaña publicitaria constante, el uso de los medios de comunicación públicos y de todo el aparataje estatal.
En tercer lugar, los bonos y la creación en torno a ello de una extensa red clientelar a escala nacional ha tenido un importante peso.
En cuarto lugar, los aciertos en la reducción de los índices de desempleo y el aumento de la capacidad adquisitiva de la gente a partir de las homologaciones salariales y del alza progresiva de los sueldos han tenido un peso considerable.
En quinto lugar, la mejora en los niveles de gestión estatal y el grado de efectividad alcanzado en términos de obra pública (carreteras) y gasto en sectores sociales como educación y salud. Aquí se incluye la labor realizada por el vicepresidente Lenin Moreno en favor de las personas con discapacidad.
En sexto lugar, el manejo del discurso. Un eje fundamental de ello ha sido la polarización entre ricos y pobres. Más importante que un Gobierno que respete las libertades, sea transparente y no intervenga en otras funciones del Estado ha sido el tener un líder que haga patente la idea de revancha social.
Finalmente, su estilo y los rasgos propios de su personalidad. Correa no es izquierda. Encarna, más bien, los valores de la doctrina social de la iglesia, fusionados con un estilo personalista, caudillista y castigador. Él es el orden. El líder autoritario que aspiraban desde hace varios años atrás algunos sectores de la población. Es como la reivindicación de un caudillismo antidemocrático.
No obstante, Correa triunfa no solo por estos factores sino porque la oposición no tuvo un candidato, una propuesta y una estrategia mejor. Desde el inicio, prácticamente todos se sintieron perdedores. Todavía no han sido capaces de descifrar las razones por las cuales Correa venció en estos comicios.
Con el control aplastante de la Asamblea por parte de Alianza País, inauguramos un nuevo periodo en donde la estabilidad política será una constante, pero al mismo tiempo será de un pronunciado retroceso en términos democráticos.