Los tres tipos de apoyadores

Mucho se ha analizado por qué el comunismo tuvo tanto apoyo en el siglo XX ya que es difícil entender cómo ese sistema sedujo a tanta gente por tantos años, mientras causaba muerte y pobreza.

Pues parecería que mientras los partidos comunistas estaban en la oposición tenían el apoyo de, básicamente, dos tipos de personas. Pero desde que llegaron al poder recibieron el apoyo de un tercer tipo, los "conversos acomodaticios", que merecen analizarse.

Recordemos que según ‘El libro negro del comunismo’, durante el siglo XX, hubo 94 millones de muertos por culpa de ese sistema (incluyendo aquellos por ejecuciones, deportaciones, encarcelamiento, inanición y trabajos forzados). A esas muertes hay que sumar las libertades que fueron conculcadas y el estancamiento económico que sufrieron esos países. Por lo tanto, hay que entender qué llevó a tanta a gente a apoyarlo.

Antes y después de llegar al poder, los partidos comunistas recibieron el apoyo de dos tipos de personas: los soñadores y los resentidos. El apoyo de los primeros vino de un legítimo deseo de cambio, de una sincera aspiración por cambiar las injusticias y la pobreza que existían y siguen existiendo en tantos rincones del planeta. Los segundos, los resentidos, estaban inspirados por un deseo de venganza, sobre todo, contra los que tenían más que ellos.

En la práctica, muchos de los partidarios del comunismo tenían algo de los dos ingredientes, aunque cada uno en diferente proporción. Habría los soñadores puros, pero eran mucho más comunes los soñadores con un poco de resentimiento y, si bien habría los resentidos puros, eran más comunes los resentidos con algo de sueños e ideales.

Pero desde que llegaron al poder, los regímenes comunistas empezaron a recibir el apoyo de un tercer grupo, los ya mencionados "conversos acomodaticios", que no eran otra cosa que oportunistas que lograban conseguir un empleo en el sector público que, con los comunistas en el poder, crecía y crecía.

Pero esos oportunistas provenían muchas veces de vertientes ideológicas distintas al comunismo, por lo que requerían justificar ante otros y ante sí mismos esa conveniente "conversión". Y para no dejar duda de su lealtad al régimen, muchos mostraron el clásico "fanatismo de los conversos" y se convirtieron en más revolucionarios que los que habían hecho la revolución.

Esto no significa que todos los empleados públicos hayan sido unos oportunistas. Pero aquellos que se transformaron de un día al otro en activos y convencidos revolucionarios, esos "conversos", tenían mucho de acomodaticios y poco de resentidos y de soñadores. Pero bueno, por suerte, eso es historia, eso fue el comunismo del siglo XX. Afortunadamente ya estamos en el siglo XXI.

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