El agresivo coronavirus, gracias a la múltiple defensa de la colectividad científica y mundial, es posible que acepte el lapso de una tregua. De lograrse, en muchos países, incluido el nuestro, puede existir un respiro para aprovechar la experiencia del desastre, aceptar los errores- nacionales y locales-, decisiones y omisiones que se produjeron y preparar las provisiones y defensas para el contrataque. Es obvio que mucho habrá cambiado, personal y socialmente y nada será igual, para bien o para mal … Se desconoce si el cambio ha sido tan radical que se acepte que todos tenemos que dar, que la culpa no solo la tiene el otro y que en todo país se sale de las grandes crisis por acuerdos auténticos, no mascarillas; de no aceptarlo habrá que resignarse a las salidas contra la democracia cuyos autores siempre están listos con sus intereses y latrocinios para aportar con su concurso.
Actualmente en lo social, económico y político se ha desarrollado la percepción de que es un cambio en la superficie y que solo implica modificaciones en las costumbres, hábitos y hasta la moda. Sin embargo , en las estructuras más profundas de lo colectivo, si no se logra superar la supremacía del yo sobre el otro y mucho más sobre el nosotros, el caos será una profecía auto cumplida. El mejor retrato se encuentra en el proyecto de ley que con ironía se denomina “la Ley humanitaria. Una torre de babel, en este caso por escrito, para que nadie la entienda, todo se debata y se apruebe en 30 días. En el social puede generarse con las nuevas modalidades el “yo despido y nosotros nos quedamos” o vamos a la calle con todas las banderas de la protesta. En este escenario, parece que los actores buscan torpemente el fondo de la caverna y no al revés. Deben haberles puesto como señuelo sus fotografías y los fundieron, En lo económico decenas de opiniones coexisten en una pugna por hacer historia. Son incapaces de llegar a un nosotros cediendo posiciones y aunando coincidencias posibles y no ideales.
Predomina el lujo protagónico más que el corporativo para gobernar esta Ínsula Barataria en la mitad de mundo.
El político es el más caótico al extremo de que solo la mención de la muerte cruzada causó todos los síntomas del coronavirus en los parlamentarios.
En este capítulo es necesario considerar dos circunstancias. No es una facultad exclusiva del Ejecutivo. La Constitución contempla como causa una conmoción política como la que soportamos.
También lo tiene la Asamblea, pero sujeta a una aprobación de las dos terceras partes, por lo que para aprobarla sería necesario regresar a las pacíficas escenas del viejo oeste americano .La situación se justificaría en caso de una pugna de poderes; pero en la actualidad cuando el Ejecutivo ,por sus propias falencias, ha caído en un accionar donde predomina el desgobierno y una corrosiva tolerancia interna, puede suceder que el remedio …