Trato injusto

 Buscan explicaciones para el resultado electoral, que debería interesar -en el caso de Quito- al nuevo Alcalde.

En general, hablamos de sanciones y sanciones; de trámites excesivos; de multas por los más diversos conceptos, y por el tiempo que demanda al ciudadano cumplirlos.

Si el estacionamiento del vehículo ocupó un poco más del tiempo señalado, multa. Si olvidó que su vehículo estaba incurso en el ya afamado "pico y placa", multa. Está bien la disciplina pero no las exageraciones; más aún, por ejemplo, si llegada la hora dieciséis, el conductor del vehículo sobrepasó apenas tres o cuatro minutos.

El ciudadano se siente molesto en cuanto a la cantidad de los impuestos. Con un helicóptero toman fotografías y, al parecer, la guía son los techos como referencia de habitaciones para el avalúo y cobro de impuestos prediales, incluyendo hasta el techo de la casa del perro.

Alguien, algún día tiene que ocuparse del tiempo de los ciudadanos para los trámites. En algunos casos, parece que existiera una sociedad de desocupados que pueden hacer hilera a veces por horas; o deben volver otro día y revolver otro más y hasta semanas.

Se deberán eliminar tantos trámites porque hoy hasta la posibilidad de fundar una pequeña empresa o una tienda de abarrotes, requieren tantos pasos y exigencias que el animoso empresario pequeño desiste de su propósito.

En el aspecto general, ya no solo el Cabildo quiteño sino la administración central deberán sopesar el efecto agobiante de la propaganda que, además de persistente, en muchos casos es inoportuna. Si algo molesta a una familia que está mirando la novela en la tele, es que la interrumpan con una cadena nacional; o de información local. Los días lunes presentan el informe de labores del Gobierno, mientras la familia anhela que comience la novela. Y si en el desarrollo de la transmisión, ponen otra, obligatoria, el efecto es que no obtiene simpatía sino más bien rechazo.

Finalmente, la cantidad o cuantía de las multas. Alguien, enterado del Derecho Penal Romano recordaba que en el Imperio -hace más de dos mil años- cobraban multas en cabezas de ganado; y, luego, en dinero. Entonces la sanción recibió el nombre de multa, forma de "multiplicación" que era el aumento de la cantidad a pagar por cada nueva desobediencia. La Ley de las Doce Tablas puso límites a la arbitrariedad.

Teodoro Mommsen (Derecho Penal Romano) recuerda: "Por lo que toca a las modalidades de las multas impuestas por los magistrados con los comicios, diremos que el magistrado podía elegir entre una multa para el Erario romano y una multa a favor de la caja de un templo romano". Ahora, en el siglo XXI, no hay cómo elegir, porque hay multas para el Estado y multas para los municipios. En Roma cobraban por vía de coerción; en Ecuador, por coactiva.

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