La Función Electoral, de acuerdo con la Constitución de la República y el Código de la Democracia, tiene como finalidad asegurar que las votaciones se realicen de manera libre, democrática y espontánea. Los órganos creados para cumplir con esta misión son el Consejo Nacional Electoral y el Tribunal Contencioso Electoral.
Aunque las leyes vigentes en el Ecuador establecen que estos órganos de la Función Electoral deberán guiarse por principios de autonomía, independencia, publicidad, transparencia, equidad, interculturalidad, paridad de género, probidad, certeza, eficacia y eficiencia, entre otros aspectos, llama la atención que, a la luz de sus recientes actuaciones, buena parte de esto se cumpla de manera parcial.
A los cuestionamientos que surgieron hace aproximadamente dos meses con respecto a la inscripción de candidatos y la realización de precampaña de ciertos postulantes, se han sumado la falta de autonomía, independencia, transparencia y equidad.
Y es que el tema de fondo no solo radica en poner únicamente atención al día de las elecciones, sino en el proceso que se da antes, ya que de eso depende que unos comicios se realicen de manera libre, democrática y espontánea.
La inacción y el hacerse de la vista gorda frente a una serie de hechos sancionables como el uso de recursos públicos con fines electorales de parte de ciertos funcionarios de gobierno, la realización anticipada de actos de precampaña electoral o la ejecución de acciones sistemáticas de presión y hostigamiento por parte del oficialismo hacia candidaturas de la oposición, ponen en entredicho la actuación de las instituciones de la Función Electoral en estos comicios.
De nada sirve que el día de ayer la OEA haya otorgado al CNE una certificación de eficiencia, eficacia y transparencia del próximo proceso electoral si situaciones como las anteriormente mencionadas se pasan por alto.
Es realmente sorprendente que luego de la sabatina del pasado fin de semana, donde el Presidente de la República destinó más del 50% de este espacio con fines electorales, la posición del presidente del CNE, Domingo Paredes, haya sido tibia.
Exhortó al Presidente de que “utilizar los espacios públicos para promover las figuras de personas que están como candidatas a los gobiernos seccionales no es correcto”.
Ante lo cual, el mismo Correa esta semana condicionó la realización de su próxima sabatina no a lo que dice la Constitución, las normas y las autoridades electorales sino a lo que decida esta semana la ciudadanía.
¿El Presidente de la República está por encima de la ley? La actitud complaciente de la autoridad electoral, junto al desentendimiento de los “veedores internacionales”, pone en entredicho los comicios del próximo domingo.
La eficacia y eficiencia de la Función Electoral no podrá ocultar su falta de autonomía, independencia, equidad y transparencia.